El Hanami, es una de las festividades más bellas y antiguas que se celebra en Japón, cuando llega la primavera y sus cerezos abren su flor. Cuando el frío invierno va cesando, la primavera va tomando lugar de forma vigorosa, y es que hasta la música acompaña esta época del año, porque con la ópera de Vivaldi o las trompetas de Shumman, los nipones se despiden del invierno.
Los sabores no se hacen esperar para la entrada de la primavera, los espárragos o las fresas comienzan a florecer, sus colores vivos hacen parecer que han estado escondidos durante el frío para luego aparecer y deleitar el paladar de todo aquel que esté viviendo esta experiencia. Pero lo más importante aun y es que en el país ascítico, la primavera tiene color propio y no es otro sino el de la rosa de la flor de cerezo.
En japón, ninguna estación se define tan claramente como si lo hace la primavera, todos los años y por varios meses Sakura, el árbol del cerezo, rompe en flor y es allí que todas las ciudades, parques y montañas se cubren de un tono rosa. Así, se da inicio al Hanami, una de las celebraciones más importantes para los nipones y un símbolo patrio que defienden con gran orgullo. A medida que se va dando este espectáculo, las personas visitan parques y bosques para disfrutar de esta vista de ensueño y es que el velo rosa que los cubre solo se da por muy poco tiempo.
A la sombra de los árboles, los visitantes y lugareños organizan grandes pícnics que se pueden alargar hasta horas de la noche, allí es tradicional utilizar un mantel azul, tener una botella de sake y sobre todo dulces típicos de la festividad como el dango y para terminar estos magníficos encuentros, la fiesta de la lluvia de pétalos.
Esta celebración se retoma desde hace varios siglos cuando la floración del cerezo tenía significados espirituales y prácticas. Fue lugar de residencia de dioses de la naturaleza hasta lugar de relojes campestres que avisaban cuándo sería el momento ideal para realizar la cosecha. Los cerezos han sido un factor cultural muy importante en la sociedad nipona y es por esto que hasta el día de hoy son venerados como seres mitológicos.