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Sus pintorescos castillos, preciosas iglesias, alojamientos o su paisaje de costa e interior forman la receta infalible para sorprender a todo aquel que lo visite. Unas  vacaciones diferentes.

La Semana Santa no solo es un pequeño aperitivo de los viajes que vendrán en verano, también un momento perfecto para desconectar y pasar tiempo de calidad descubriendo los maravillosos rincones que el mundo tiene para ofrecer. Sin duda alguna, el Alentejo se encuentra entre esos destinos mágicos en los que uno puede disfrutar de una escapada sin prisas, paisajes y cielos espectaculares -por algo la llaman “la eterna luz de Portugal”- o atardeceres de película en su escarpada costa.

collage alentejo 1
• Un viaje al pasado por sus calles y castillos
El Alentejo es un lugar donde el paso del tiempo es imperceptible. Adentrarse en él supone realizar un viaje por la línea temporal para descubrir toda la historia que atesora. Castillos medievales como el de Beja, Moura o Serpa, monumentos como el Templo Romano de Évora o las callejuelas de cualquiera de sus localidades permiten conocer las huellas de las civilizaciones que habitaron la región.

La Semana Santa, precisamente, rememora la historia alentejana con varias celebraciones; una de las más conocidas es la de Castelo de Vide, que se viste de gala para la Páscoa. Estas fiestas, las más importantes de la localidad, destacan por aunar celebraciones religiosas y paganas, con prácticas católicas, elementos de la cultura judía (muy presente en Castelo de Vide) y homenajes al legado histórico del pueblo, que esperan con ansia los vecinos durante todo el año.

• Entretenimiento asegurado para todo tipo de viajeros
Esta región es perfecta para disfrutarla en pareja, con amigos o en familia. Dada su cercanía con España, la mejor manera de conocerla es viajando en coche y dejándose llevar por sus carreteras, cuyo paisaje varía de norte a sur.

Como destino de naturaleza, Alentejo dispone de una amplia variedad de actividades que se pueden realizar al aire libre. Para los amantes del senderismo o de los paseos en bicicleta, la popular Ruta Vicentina permite disfrutar del campo alentejano a través de los tres tipos de caminos que la componen -el Camino Histórico, el del Pescador y los Caminos Circulares-. Además, en esta ruta, se puede realizar también alguna etapa del Camino de Santiago portugués, una experiencia inolvidable para realizar en una fecha tan señalada como la Semana Santa.

la costa de alentejo

La costa del Alentejo resulta ser también destino predilecto de surfistas, observadores de aves, pescadores y jinetes a los que les gusta pasear a la orilla del Atlántico. Acantilados escarpados, islotes, arrecifes y calas escondidas esperan a todos aquellos que quieran descubrir los secretos mejor guardados de esta región. La ciudad de Sines, por ejemplo, merece una visita si se cruza el litoral. Esta población se asoma al borde de un acantilado en forma de anfiteatro, cerrado al Oeste por la Iglesia de Nossa Senhora das Salas y por un antiguo castillo árabe, delimitando ambas edificaciones su casco histórico.

Para despedirse de la región por todo lo alto, un paseo en globo por la zona del Embalse de Alqueva hará que uno nunca se quiera marchar de allí. Un viaje por el aire, contemplando las vistas más privilegiadas del lago artificial más grande de Europa y disfrutando de la sensación de paz y tranquilidad que ofrece esta meca del slow travel será una experiencia inolvidable.

• Un viaje enogastronómico a través de los sentidos
Si de algo puede presumir el Alentejo es de su gastronomía. Sus quesos y vinos son mundialmente conocidos y, de hecho, se pueden hacer rutas enogastronomicas que permiten conocer el destino desde sus raíces. Además, durante estas fechas, la cocina alentejana va un paso más allá con la preparación auténticos manjares. El cordero es el protagonista en las mesas de los alentejanos y cada parte de este animal se emplea para hacer platos tradicionales como el ensopado de borrego, un estofado que materializa la cocina casera de la región.

En cuanto a los dulces, las queijadas de requesón -pastelitos de queso originarios de Alcacer do Sal-, los bolos fintos –bizcochos típicos del Alto Alentejo que los padrinos ofrecen a sus ahijados- o los folares da Páscoa -hojaldres con aroma a canela que se comen durante las fiestas de Semana Santa- son muy populares.

Sin duda alguna, el Alentejo lo tiene todo. Se busque lo que se busque, esta preciosa localización es el escenario perfecto de unas maravillosas vacaciones en las que nadie querrá que el telón llegue a bajar.

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