Un monasterio de San Juan Bautista de Corias, rehabilitado, que funciona desde 2013 como Parador Nacional
Cangas del Narcea es el concejo de mayor extensión de Asturias, situado en el suroccidente limita al norte con Allande y Tineo, al suroeste con Ibias, al este con Somiedo, al sur con Degaña y la comarca leonesa de Laciana. Atravesado por el río Narcea en el curso alto de su cuenca hidrográfica, la accidentada y abrupta orografía de estrechos valles y escarpadas montañas, conforman un soberbio entorno natural con lugares únicos como la Reserva Natural de Muniellos de acceso restringido a veinte visitantes por día previa autorización, el Parque Natural de las Fuentes del Narcea, Degaña e Ibias, el Santuario de la Virgen del Acebo (siglo XVI), desde donde se contempla una magnifica panorámica, el Puerto de Leitariegos vía natural de comunicación con León, desde el que se divisa el Cueto de Arbás y el Parque Natural de Somiedo.
En Cangas se establecieron algunos de los linajes más importantes de Asturias que, dejaron su impronta en construcciones religiosas y civiles muchas de ellas en perfecto estado de conservación, algunas con declaración de Bien de Interés Cultural, un interesante patrimonio histórico artístico poco conocido.
En Corias a dos kilómetros de Cangas del Narcea la capital del concejo el Monasterio de San Juan Bautista es un valioso ejemplo del Arte Religioso Monástico Asturiano.
Dos tablas talladas en la base del retablo mayor de la iglesia datadas en el último cuarto del siglo XVII, rememoran la leyenda fundacional recogida en el "Libro Registro de Corias" por el Monje Gonzalo Juanez hacia 1207, dando fe de que, en 1030 el Espíritu Santo encomendó en un sueño al Conde Don Piñolo, la fundación de un monasterio que le proveyera de hijos espirituales a falta de propios en su matrimonio, su esposa Doña Aldonza recibió la noticia con entusiasmo. La licencia fue otorgada por Bermudo III Rey de León en 1032, edificándose sobre una capilla dedicada a San Adrián en el lugar llamado Corias y bajo la advocación de San Juan Bautista.
En 1040 el proyecto culmina con el establecimiento de la Orden de San Benito. Los benedictinos permanecieron en Corias hasta que la desamortización y exclaustración de 1835 les obligó a abandonarlo. El monasterio quedó entonces deshabitado siendo utilizado sucesivamente como escuela y cárcel, hasta 1860 que fue ocupado de nuevo por la Orden de Predicadores.
Los Dominicos restauraron la Provincia Dominicana de España dando vida al convento sucesivamente como Estudio General de la Orden, Escuela Apostólica de la Provincia de España, y a partir de 1957 hasta 1981, Instituto Laboral, lugar de formación de muchas generaciones no solo de cangueses y asturianos, también de otras zonas de España.
El viajero a su llegada a Corias, contempla con sorpresa un edificio de estilo herreriano, "El Escorial asturiano", fruto de la reconstrucción de 1763 que siguió a un incendio del que solo se salvó la iglesia, la sacristía, y la biblioteca de los siglos XVI y XVII. De la antigua factura románica solo se conservan los cimientos, y algunos restos de grupos escultóricos custodiados en el Tabularium Artis Asturiensis de Oviedo.
La entrada a la iglesia despertará nuestra curiosidad al comprobar que la fachada original esta oculta por la portada principal. En el interior destaca el retablo mayor de estilo barroco una autentica obra maestra en madera tallada dorada y policromada, y el Cristo de la Cantonada, talla románica, ante la que era tradición llevar a los niños del concejo para recibir el don del buen juicio y la sensatez.
Desde 2013 el interior alberga un magnifico parador, llamará nuestra atención la antigua bodega convertida en spa, la biblioteca hoy sala de lectura, la araucaria en el claustro, traída de Chile por los Dominicos, quizá el único ejemplar de su especie en España.
En el exterior, veremos los viñedos recuperados de la antigua Finca de los Frailes, y al otro lado de la carretera un puente medieval con basamento romano que cruza el río Narcea sirviendo de comunicación con el pueblo.
En un breve paseo por la carretera AS-15 llegamos a Cangas del Narcea, fundada hacia 1255 por Alfonso X en el proceso de repoblación de esas tierras, "una de las cuatro sacadas con Tineo, Llanes y Ribadesella", Cangas de la Sierra, Cangas de Tineo, y desde 1927 Cangas del Narcea son sus tres denominaciones a lo largo de la historia.
En 1277, la villa formó parte de la "Hermandad de la Espina", compuesta por ocho pueblas del occidente de Asturias más Avilés, y en 1295, de la "Hermandad General de los Reinos de León y Galicia". En el privilegio fundacional se establece la celebración de un mercado semanal y varias ferias al año, incentivando el establecimiento de artesanos y comerciantes.
Comenzamos nuestra visita en Ambasaguas o Entrambasaguas, barrio situado en la confluencia de los ríos Luiña y Narcea, el más antiguo documentado por primera vez en 1387, en el Camino Real vía de paso obligado para todos los que, transitaban por el Alto Narcea, Degaña e Ibias, siendo seguramente el origen del asentamiento estable de población.
En la actualidad no ha perdido su aspecto medieval, destaca la Capilla de Nuestra Señora del Carmen, sus orígenes se pierden en el tiempo, teniéndose noticia de que a comienzos del siglo XVII en ese lugar existía una ermita en la que se veneraban las imágenes de la Virgen del Carmen y de la Soledad. Un siglo más tarde se reformó la iglesia construyéndose la actual de una nave y cabecera de testero recto, cubiertas con bóveda de arista en la parte central de media naranja.
En el interior el retablo mayor de estilo barroco académico da importancia y relevancia al templo, destacando las imágenes de Nuestra Señora del Carmen, Santa Teresa de Avila, San Juan de la Cruz, San Antonio Abad, San Alberto de Sicilia, y la escena de la entrega del escapulario a San Simón Stock. En un lateral se conserva el retablo de la iglesia primitiva, con la imagen de vestir de Nuestra Señora de la Soledad del siglo XVII, acompañada de Santa Rita de Casia, siglo XVIII, y San José con el Niño del XX.
En el exterior los Palacios de Uria, de Llano Flórez y la Casa de Ibo, son una muestra de las construcciones urbanas levantadas por la nobleza y la burguesía.
Completa el conjunto el Puente Romano documentado en el siglo XIV, con una original planta curvilínea en forma de media luna con cinco arcos, emblemático no tanto por ser el tradicional paso al centro urbano, sino porque, en el punto de unión de los ríos Luiña y Narcea, todos los 16 de julio se detiene la Virgen del Carmen que procesiona con motivo de su fiesta recibiendo una manifestación de devoción y oración única, una atronadora descarga de voladores que, los cangueses preparan durante todo el año a fin de que la ejecución sea impecable.
Una vez que hemos dejado el puente atrás, continuamos por la calle de La Fuente, en la que se establecieron artesanos y comerciantes, la burguesía de la época podríamos decir, convirtiéndola en la más concurrida y animada, trazada en una empinada pendiente, a la mitad del recorrido descubriremos el motivo de su nombre: una fuente que proveyó en su momento de agua a los vecinos.
Los Palacios de Sierra Pambley, siglo XVI, y el de los Llano, siglo XVII, uno de los linajes más antiguos de Cangas con solar original en Ambasaguas justo detrás de la Capilla de Nuestra Señora del Carmen, y las Casonas de Regueral y Fontaniella nos recuerdan el esplendor del pasado.
Una vez superada la calle de La Fuente en la Plaza de La Oliva nos espera la Basílica de Santa María Magdalena, consagrada el 4 de septiembre de 1642 por Fray Diego de Herrera Abad del Monasterio de Corias. Fue construida sobre una iglesia de estilo románico bajo el patronato de su fundador Don Fernando de Valdés Llano, 1575-1639, Arzobispo de Granada y Presidente del Consejo de Castilla, nacido en la Villa de Cangas.
La sobriedad y monumentalidad son las características que la definen como ejemplo del barroco asturiano, planta de cruz latina, una sola nave, capillas laterales, cabecera, cabecera plana abovedada con cúpula en el centro. Dos torres con tejado de pizarra rematan la fachada, la portada principal con arco de medio punto, hornacina con la imagen de Santa María Magdalena que culmina en un tímpano con el escudo de su fundador y patrono.
El retablo mayor (1643-1647) es una de las piezas más destacadas de la escultura asturiana del siglo XVII. Tanto en el lado de la epístola como del evangelio encontraremos capillas con retablos y tallas de interesante factura, entre ellas el Cristo del antiguo Hospital de Los Remedios que estuvo situado en la calle Mayor.
En la misma plaza el Palacio de Omaña construido en el siglo XVI como residencia de este linaje que se estableció en Cangas en 1369. Las sucesivas reformas han desfigurado el aspecto original, el interior se estructura alrededor de un patio cuadrado con columnas y en el exterior la fachada principal está flanqueada por dos torres.
La calle Mayor es en la actualidad la principal de la Villa con la Capilla del Santísimo Cristo del Hospitalin, único vestigio del antiguo Hospital de los Remedios fundado por Ares de Omaña en 1555, conservándose solo la fachada, el interior reformado acoge el salón parroquial. Como ejemplos de arquitectura civil destacan el Palacio de Peñalba o de Cienfuegos y casas como la de Matilde Ferreiro y Suarez Cantón.
A continuación en la Plaza del Mercado contemplamos el Palacio de Toreno, construido en el siglo XVII, es uno de los ejemplos más notables del barroco civil asturiano, fue levantado por orden de Don Álvaro Queipo de Llano y Bernaldo de Quirós al serle otorgado por Felipe IV el título de Conde de Toreno. Es un edificio de planta cuadrada y torres, hoy sede del Ayuntamiento.
Cangas del Narcea fue siempre un concejo con economía pujante, siendo la agricultura y la ganadería las fuentes principales de riqueza y medio de vida. De vital importancia fue la explotación de recursos naturales como las canteras de Rengos, la madera de Muniellos, y sobre todo la minería que, proporciono desde la mitad del siglo XX hasta su declive una opulencia que trasformó profundamente la vida de los cangueses.
De suma importancia fue el cultivo de la vid introducido por los Benedictinos. A lo largo de la historia vivió momentos de auge y de decadencia, la primera crisis fue la aparición del oídium, que una vez superada dio paso a un periodo de proyección exterior de los vinos de Cangas, que fueron premiados con Mención Honorifica en la Exposición Nacional de Madrid de 1873 y Diploma de Primera Clase en la Exposición Provincial Asturiana de 1875. Pero la filoxera que llega a Cangas en 1889 fue un duro golpe, que requirió arrancar miles de cepas y su sustitución por variedades de la zona seleccionadas e injertadas más resistentes, marcando un declive seguido por una recuperación interrumpida con el apogeo de la minería hacia mediados del siglo XX, la presencia del vino en esos años fue testimonial reduciéndose prácticamente al consumo familiar.
La crisis de la antracita y posterior reconversión industrial, en los años ochenta, brindó una oportunidad de resurgimiento al vino de Cangas que hoy es denominación de origen protegida.
Estamos en una zona de viticultura heroica o de montaña, de características muy específicas definidas por el CERVIM, organismo internacional regulador de esta forma excepcional de cultivo de la vid.
Los viñedos de montaña se organizan en terrazas, con pendiente superior al treinta por ciento y en altura mínima de quinientos metros sobre el nivel del mar, condiciones que no permiten la mecanización. Todo el trabajo es manual y artesanal, requiriendo grandes inversiones para pequeñas cosechas que producen caldos de gran calidad.
En el barrio de San Tirso el Museo del Vino de Cangas y el Paseo del Vino, ruta que transcurre por la margen izquierda del río Luiña, es el homenaje a todos los que con su esfuerzo han contribuido en el pasado y en el presente a que hoy podamos disfrutar de un vino especial y único, con una forma original de degustación en el "cacho", un cuenco de madera cocido en las tinas de idéntico material en las que fermenta el mosto.
En la bodega o en la mesa acompañando la exquisita gastronomía canguesa, potaje de berzas, con patatas, fabas, y el compango compuesto por morcilla, chorizo, lacón, tocino, productos de la cabaña ganadera de calidad extraordinaria. Otros embutidos típicos son la andolla, el chosco, y el butiello. La carne en todas sus formas de elaboración, y como no el universal cachopo. Empanadas y bollos preñaos. Quesos de Genestoso y afuega el pitu. Arroz con leche, requesón con miel. Frixuelos, masa ligera de huevo, leche, harina y sal, frita en abundante aceite caliente en forma de espiral, espolvoreados con azúcar, siempre apetecibles como postre, merienda o cena con café o chocolate. Bollas de hojaldre rellenas de cabello de ángel, regalo de los padrinos a sus ahijados en Pascua.
Arte, historia, naturaleza, y una gastronomía insuperable nos esperan en este rincón del occidente de Asturias, sin duda un viaje inolvidable.
Doctora en Derecho, Abogada, Civil, Familia, Personas Vulnerables
Directora y presentadora En Forma Decisión Radio
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