Seguimos relatando nuestras experiencias en un lugar de paz, Alaska, donde conviven múltiples tribus indígenas en un arco iris de migrantes que viven en libertad. Su gastronomía es singular y siempre ligada al mar.
Hay tristeza en muchas partes del mundo, especialmente en Haití y Afganistán. Aparte de expresar nuestras condolencias, deberíamos hacer lo posible por aportar, a través de la Cruz Roja Internacional, ayuda a nuestros hermanos haitianos.
Pero al lamentar esas tragedias, no le debemos dar tregua a la eterna pesadilla de Cuba, Nicaragua y Venezuela, nefastos rincones del Socialismo del Siglo XXI, donde un puñado de irresponsables se empecinan en destruir el inalienable derecho a la libertad. Y ¡ojo! por allí va Perú o Bolivia.
Pues sí, seguimos relatando nuestras experiencias en un lugar de paz, Alaska, donde conviven múltiples tribus indígenas en un arco iris de migrantes que viven en libertad.
La semana pasada, visitamos el principal Museo de Anchorage, cuyo objetivo es conectar Alaska con el mundo a través del arte, la historia y la ciencia, destacándose el "Centro de Estudios Árticos" que alberga elementos de la cultura de los nativos de Alaska, aportados por el Instituto Smithsonian, entre los cuales se encuentran máscaras, vestimentas ceremoniales y herramientas de caza, así como su arte y muestras de Alaska Salvaje, incluso una pintura gigante del monte McKinley.
Algo que reta la imaginación en este centro de ciencias prácticas, es la formación de una erupción volcánica, así como el proceso de simulación de los terremotos y un enorme tanque marino donde se pueden tocar estrellas de mar de la zona.
Ese mismo día, visitamos un restaurante ubicado dentro de una fábrica de cerveza artesanal, donde degustamos el exquisito "Halibut", uno de los peces oriundos de estos mares fríos. Lo adoban con hierbas y lo acompañan con puré de papas y tomates a la vinagreta, el nombre del restaurante es "Glacier Brewhouse" y está situado esquina opuesta a la Catedral Católica de Anchorage.
Como uno no puede visitar Alaska sin degustar las patas de cangrejo de mar de Bering (King Crab Legs), cuyo costo en los Restaurantes, oscila entre los 80 a 90 dólares por un par de patas, decidimos ir a "Costco", donde las compramos y cocinamos en el "Bed & Breakfast". Simplemente las hervimos con un puñito de sal, preparando por aparte mantequilla con ajo, lo que realmente no es necesario, pues la carne del cangrejo es exquisita sin ningún aditivo, dejando a nuestras "langostas" sonrojadas.
El pasado domingo, viajamos por la misma carretera que va a Seward, para visitar un "Centro de Protección" de los mamíferos que mencionamos en El Archivo anterior. Una especie de "zoológico", pero es más que eso, cuidan y protegen a las especies en peligro de extinción, debido a la cacería indiscriminada tratan de regular, lo cual les va a ser difícil, ya que la compra y tenencia de armas en el Estado es legal.
El recorrido por su extensa área se hace sin abandonar los vehículos, aunque te permiten acercarte a las cercas eléctricas y admirar las especies que les presentamos en las siguientes fotos. Esto debe hacerse sin espavientos ni ruidos, pues son muy susceptibles. No vimos ballenas, pero me dicen que en invierno esto es posible, pues se acercan a este refugio que está a orillas del mar de Alaska.
Uno de los placeres de los viajes es sin duda visitar restaurantes y, aunque en esta región hay para todos los gustos, nos recomendaron el "Home Town", comida coreana que resulto exquisita, y para variar, a precios normales. Degustamos pescados de estos mares a la plancha con una serie de platillos de verduras y tiritas de cerdo con un picante agradable al paladar.
Nos ha sorprendido la cantidad de turistas en los lugares que visitamos, y la gran mayoría usa mascarillas, además son bastante disciplinados, sean o no locales, nos da a creer que el aire puro, el que se respira en este refugio montañoso de las Américas, no ha sido severamente afectado. Y, con eso, regreso a Seattle.
