Hoy nos ubicamos en México, más exactamente en la costa de Oaxaca, allí se encuentra el municipio de Puerto Escondido, donde sin duda se podrán pasar unas vacaciones inolvidables. La Casona Sforza, perteneciente al arquitecto Alberto Kalach, ha abierto sus instalaciones para quienes quieran una inmersión al estilo bohemio.

Se sitúa donde se unen el río Colotepec y el mar, rodeado de manglares y en donde este refugio es un lugar privilegiado para la convivencia con la naturaleza local.

Lo primero que llama la atención del lugar es un edificio formado de tres plantas, que se conecta por un corredor, arco y que en su interior contiene 10 bóvedas que finalizan en una piscina en el exterior con aguas turquesa y una maravillosa vista al océano. La vida en este lugar se hace al aire libre, por lo que no es extraño que la arquitectura tenga aberturas al exterior para que los turistas puedan apreciar la vista y el clima tropical.

Los espacios del interior y exterior fueron diseñados en tonalidades tierra como si se hubieran construido de la misma arena blanca de sus playas. Por otro lado, las alturas y los volúmenes del lugar permiten que se cree un juego de luces con el sol y se dé una acústica similar al de las olas.

Al momento de dormir, se deberá escoger entre las 11 suites que ofrece el lugar, pero que se distinguen por su estética bohemia, están compuestas por tonos neutros, madera tropical y las texturas naturales propias de la zona. El objetivo del arquitecto era que su obra no fuera diferente a los paisajes del  lugar y que se hiciera de forma sostenible para contribuir con el medio ambiente.

Las zonas exteriores se conforman por piezas de varias regiones de México que son reconocidas por su artesanía ancestral, tales como alfombras, textiles, hamacas, sillas y cortinas que hacen juego con algunas amenidades oaxaqueñas que se encuentran allí, todas estas piezas fueron elaboradas por alfareros, ebanistas y agricultores locales en los talleres Pueblo del Sol, proyecto de producción sostenible, que funciona gracias a los aportes del hotel.

La experiencia se complementa con la gastronomía que allí se ofrece, es local, ecología y social. Su propuesta culinaria tiene como base “de la granja a la mesa” donde se garantiza que los productos de cada platillo son frescos y provenientes de los huertos locales donde se respeta el ciclo de la cosecha por estaciones y no son intensivos.

A esta experiencia se le puede sumar las sesiones de yoga privadas, masajes holísticos y también lecciones privadas de surf. Los huéspedes también pueden establecer vínculos cercanos con la naturaleza por medio de diferentes actividades como el avistamiento de delfines y ballenas, la liberación de tortugas marinas o diferentes caminatas y expediciones por el lugar

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