Celebrar la Semana Santa en diez pequeños pueblos a la vez. Una tradición del siglo XVI con los “armaos”, soldados romanos que prendieron a Cristo, como protagonistas
Diez pequeños pueblos de la comarca de Calatrava en España ofrecen la única ruta que permite conocer cómo se celebra la Semana Santa en cada uno de ellos, con aspectos comunes pero con su propia personalidad.
Entre las cosas en común, en seis de ellos, destacan los llamados “armaos”, una réplica de los soldados romanos y judíos que prendieron, azotaron e hicieron cumplir la sentencia a muerte de Jesucristo. Un grupo de ellos se presentaron en la audiencia con el Papa Francisco en la Plaza de San Pedro del Vaticano hace unos días y llamaron poderosamente la atención de los miles de fieles que se congregaron allí. El Papa bendijo al centenar de “soldados” y todos pudieron presenciar sus evoluciones, formando el “Caracol”, conformando un círculo de espirales que se va cerrando en torno a la bandera que porta un alto cargo hasta que se vuelve a abrir y la “Estrella” similar a la marcha del caracol, aunque formando estrellas de cuatro puntas de dos filas cada punta.
Los “armaos” es una de las tradiciones y el hito más representativo del la Ruta de la Pasión de Calatrava, una región en la provincia de Ciudad Real, en el centro de la península ibérica, cuyo municipio más representativo es Almagro, célebre por su bella y estilizada Plaza Mayor con soportales y galerías acristaladas y, sobre todo por su célebre Corral de Comedias, construido en 1628, y único espacio escénico en el mundo, de la tipología de teatros del siglo XVI y XVII, que se conserva intacto en forma y estructura.
Aquí se siguen representando obras de Cervantes, Calderón de la Barca, Lope de Vega... En Almagro y otros pueblos cercanos se muestran los desfiles y figuras como el “Caracol” o la “Estrella” que hacen los “armaos” acompañando a los pasos, cofradías, hermandades y capirotes que cada uno de los pueblos procesionan entre el Miércoles Santo y el Domingo de Resurrección. Un espectáculo que trasciende el ámbito religioso para escribir una de las páginas más sentidas del Campo de Calatrava, donde la luz, el color, el ritmo, los aromas y el fervor inundan las calles de los municipios de Aldea del Rey, Almagro, Bolaños de Calatrava, Granátula de Calatrava, Miguelturra, Pozuelo de Calatrava, Torralba de Calatrava, Valenzuela de Calatrava, Moral de Calatrava y Calzada de Calatrava, por las que desfilan más de 50 cofradías y 20 bandas de música.
El sentimiento popular y las tradiciones, lo religioso y lo profano se funden hasta plasmar una de las celebraciones más singulares de esta comarca. La Ruta de la Pasión de Calatrava es Fiesta de Interés Turístico Nacional y aspira a convertirse en Interés Internacional.
Los “armaos” protagonistas
El origen de los “armaos” se remonta al siglo XVI, en las soldadescas que aunaban el ambiente militarizado de la época, derivado de la Iglesia regenerada tras Trento, junto al ideal caballeresco impregnado en la Orden de Calatrava gracias a sus frailes, mitad monje y mitad soldado, siempre afanados en combatir el mal contra el espíritu cristiano. Los “armaos”, –con su traje característico de chaqueta roja cubierta de bandas de raso rojo con fleco de oro, pantalones blancos o azules por debajo de la rodilla ricamente bordados, al igual que las faldetas, sin olvidar las botas de paño y las medias, además de su pesado casco bien emplumado o adornado con coloridos pompones y lanzas, espadas y escudos– desfilan en procesiones, marcando sus pasos y evoluciones al son de bombos, tambores y cornetas, su participación en las escenificaciones de la Semana Santa de Calatrava refleja la dualidad entre lo sacro y lo profano, aportando un elemento festivo y lúdico a las celebraciones. No puede faltar entre los “malos” soldados, el más malo de aquella trágica semana: Judas Iscariote. La presencia de todos ellos en las procesiones, junto con otros elementos como la música, las saetas, la artesanía y la gastronomía, contribuye a la creación de una experiencia cultural única y significativa.
La Semana Santa Calatrava es una oportunidad para conocer el patrimonio cultural, natural y gastronómico que como identidad colectiva da forma a todos los municipios calatravos, herederos de la Orden cisterciense de Calatrava, que desde su sede original en el castillo de Calatrava La Vieja, organizó la reconquista de un territorio bajo cuyo mandato surgirían numerosas poblaciones apellidadas con el nombre de la Orden que comparten hoy unas características culturales únicas, las del Campo de Calatrava, que se manifiestan de manera muy especial en su Semana Santa.
Pasión de Calatrava
Pero, además de la vistosidad de los “armaos”, las distintas Semanas Santas de cada una de las diez poblaciones que conforman la Ruta tienen sus momentos y escenas especiales y sus imágenes religiosas que desfilan, rodeadas de fieles por sus estrechas callejas. Por ejemplo, en la mañana de Jueves Santo, en Aldea del Rey, se escenifica la traición de Judas Iscariote a Jesús. En Bolaños de Calatrava los “armaos” comienzan la búsqueda de Jesús desde la mañana, escenificando el prendimiento al final de la tarde. En Granátula de Calatrava durante el prendimiento el capitán de la tropa romana canta “el romance del prendimiento”. En Moral de Calatrava, la danza del Caracol es llamada «Caracola» y se celebra el Domingo de Resurrección como despedida de la Semana.
Significativas son las procesiones de “El Paso”, celebradas por la mañana en Torralba de Calatrava y Granátula de Calatrava. Es el día en que los dulces tradicionales –flores, rosquillos, barquillos y roscapiña– acompañan el desayuno. En la noche del Sábado Santo las calles se convierten en escaparate de las labores artesanales de blonda y encaje de bolillos, que lucen las mujeres en sus mantillas en todas las procesiones.
En Miguelturra, al término de la llamada misa de los “armaos”, la cofradía escenifica una lucha simbólica, en la que al final se agita la bandera como símbolo de la resurrección de Cristo. Las procesiones de “El Resucitado” y “El Encuentro” se suceden en todas las localidades a diferentes horas. En Pozuelo de Calatrava, Torralba de Calatrava y Calzada de Calatrava se canta el romance tradicional “Aleluya de Resurrección”.
Apostar a las caras... o cruces
Curiosamente, en medio de una celebración religiosa, sobrevive un juego de apuestas, que tal vez quiera recordar la subasta de las ropas de Cristo que hicieron sus verdugos en el Gólgota. Se trata de un juego de azar en el que se apuestan importantes cantidades de dinero y que se practica cada Viernes Santo en muchas poblaciones de la comarca, y alcanza su máximo esplendor en la localidad de Calzada de Calatrava, donde está declarado «Fiesta de Interés Turístico Regional» desde el año 1993, practicándose sin interrupción desde épocas muy lejanas. El funcionamiento es muy simple: cara o cruz. Hay una persona que tiene la banca, el baratero, y alrededor se colocan los apostantes, que reciben el nombre de puntos, no existiendo más límites para las apuestas que el fondo del que disponga la banca que, situada en el medio del círculo, cubre las apuestas depositadas en el suelo.
Para jugar, se cogen dos monedas de cobre del reinado de Alfonso XII, con la cabeza del rey y el escudo bien visibles. El que tiene la banca junta las piezas, quedando a la vista las caras de las monedas. La gente del corro apuesta su dinero, y la banca pone en el suelo la misma cantidad. Se retira a un lado cualquiera y, después de mostrar las monedas al baratero, las tira al aire. Cuando las monedas se encuentran suspendidas en el aire, resistiéndose a caer, todas las miradas se dirigen al cielo esperando el desenlace. Tras su recorrido descendente, y al chocar las monedas contra el suelo, es cuando se conoce si la suerte acompaña. Si al caer al suelo y botar salen las dos caras hacia arriba, el baratero grita: ¡Caras!, y la banca recoge todo el dinero de las apuestas hechas. Si, por el contrario, después de caer y botar quedan visibles los escudos, entonces la palabra que pronuncia es: ¡Cruces!, y son los puntos quienes recogen el dinero de sus respectivas apuestas, pues perdió la banca. Pero puede ocurrir que, al caer las piezas, quede cada una de lado diferente. En este caso, el baratero vocea: ¡Cara y Cruz!, con lo que no gana nadie. Se recogen las piezas, las entrega al banquero y vuelve a iniciarse el juego.
La Ruta de la Pasión de Calatrava, una oportunidad para vivir de cerca las tradiciones de la Semana Santa en una de las regiones más emblemáticas de España, con una atmósfera que no se encuentra en ningún otro lugar. ¡Definitivamente, una experiencia que no se debe pasar por alto!