Seguridad, comodidad y atractivos turísticos son elementos decisivos para que los viajeros se decidan por un destino concreto o no
La muerte, producida recientemente, del empresario francés, Baptiste Jackes Daniel Lormand y su socio , Luis Orozco, ha sido un grado más para que muchos viajeros desistan de elegir México como destino turístico. Seguridad y comodidad son elementos imprescindibles que evalúa el turista para decidir si va o no a visitar un hipotético destino. Nadie se encuentra a gusto si sabe que puede ser objeto de agresión -máxime si se trata de secuestro o muerte- y tiene que estar continuamente pendiente de su integridad o usar toda la prudencia para no transitar por lugares o fuera de horarios no habituales.
Cierto que muchos de los complejos turísticos son un oasis de tranquilidad, y reforzados incluso por seguridad privada, pero eso no tranquiliza a quien “compra” un paquete para disfrutarlo felizmente en un escenario muy diferente de su entorno diario de residencia o trabajo. Lo menos que espera es desconectar de sus preocupaciones cotidianas y disfrutar de todos los atractivos que le dispense el destino elegido. La seguridad se da por descontado y la comodidad es exigible, quien más quien menos, dispone de una casa equipada con todos los dispositivos y equipamientos para tener una vida acomodada.
Algunos destinos han tenido puntualmente episodios de robos y violencia con los visitantes que llegaban y, eso le ha propiciado una mala imagen a nivel internacional. Barcelona, por ejemplo, estuvo un tiempo en el ojo de huracán por estos hechos que tienen una resonancia extraordinaria, máxime si la víctima ha sido una persona de relevancia. La buena imagen cuesta ganarla y se puede perder en cuatro días.
Por supuesto, los destinos se valoran por los atractivos que tienen -patrimonio, cultura, artesanía, arte, gastronomía, naturaleza, clima… y un sinfín de recursos. Lo que ocurre es que éstos pasan a segundo término si las circunstancias son adversas.
19 personas desaparecen cada día
El propio diario mexicano El Universal publicaba este fin de semana, recabando una estadística oficial, unos datos nada tranquilizadores. Durante los dos últimos años han desaparecido en México 14.543 personas, es decir, 19 personas diarias de las que nada se sabe y que, a menudo se encuentran cadáveres en descampados o fosas comunes sin más explicaciones. Las cifras significan un incremento considerable respecto a los gobiernos anteriores que tenían como objetivo erradicar estos crímenes. El actual presidente, Andrés Manuel López Obrador, se comprometió también a acabar con las desapariciones, pero lo que se constata solamente es el notable incremento.
Las causas son complejas y endémicas: pobreza, corrupción policial, falta de coordinación entre las administraciones… y las disputas de los cárteres. Jalisco, Guanajuato, Sonora, Tamaulipas o DF son las Entidades con mayores registros
El barbecho de la pandemia
Ahora, el Covid lo ha trastocado todo y, por tanto, todos los países se miden, salvo algunas excepciones, por el mismo rasero a la hora de recibir visitantes y nada parece que cambie substancialmente, al menos hasta marzo- abril 2021. Los hoteles están vacíos, los aviones no vuelan, la agencia no vende paquetes y los restaurantes funcionan a medio gas. Otros sectores de rebote, también están afectados: agricultura, pesca, comercio, alquileres, construcción, ocio, playa, golf, taxis… todos han bajado su volumen de negocio a cifras de infarto.
Sin embargo, indicios de todo tipo como el efecto de las vacunas, la aparición de algún fármaco eficaz, la mejor climatología venidera, el control más experimentado de la pandemia…, unidos al optimismo por ver una salida cercana y volver a disfrutar de libertad de movimientos y poner fin a las restricciones, hace que, de cara a la primavera, el turismo vuelva a cauces más normales y la gente viaje. Ahí es donde se va a ver qué destinos son los más demandados.
Estas fechas de Navidad, precisamente, algunos Estados de México han tenido que dar marcha atrás en la apertura de sus hoteles por el alto rebrote que ha registrado el virus. Un frenazo por la pandemia lastra después la inercia para volver a un nivel satisfactorio.
De cara al verano
Ahora, todas las esperanzas están puestas ligeramente en la Semana Santa, pero, fehacientemente en las vacaciones del verano. Lo demás, se da por descontado ya.
Ante ese panorama, con las secuelas del Covid y el clima de inseguridad, el verano también se muestra incierto: las plagas de sargazo inundan las playas y las inhabilitan para el baño. Este fenómeno, que comenzó con cierta afluencia hace diez o doce años, se ha multiplicado y llegan continuamente millones de toneladas a la orilla sin posibilidad material de retirarlas- Se amontonan como dunas de arena, se pudren y ensucian el agua despidiendo un olor putrefacto. Han probado muchos sistemas para contenerlas, pero, de momento, ninguno efectivo. Los dos últimos años, el Gobierno ha contratado cientos de barcos para que las recojan en alta mar, pero no logran seguir el ritmo de reproducción y los bancos llegan a las playas ahuyentando a los turistas que buscan precisamente sol y playa.
Este problema no solo se restringe a México sino a que se extiende también a todo el Caribe que ve que cada año crece y nadie encuentra la manera de parar las continuas oleadas de algas. Y, cada vez más, se han viso pequeños bancos que cruzan el atlántico y llegan hasta Europa. De momento, nada serio, ¿qué pasará en ocho o diez años?