Bayona (en gallego y oficialmente Baiona) es un municipio situado en la parte meridional del Área Metropolitana de Vigo (provincia de Pontevedra), en el noroeste de España.
Parte de las Rías Bajas, limita al norte con el océano Atlántico y el municipio de Nigrán, al sur con el de Oya, al este con los de Gondomar y Tomiño y al oeste con el océano Atlántico y el municipio de Oia. Pertenece a la comarca del Val Miñor, con los municipios de Nigrán y Gondomar.
Tiene una extensión de 34,26 km² y una población de 11839 habitantes llegando en época estival a quintuplicar esa cifra, agrupados en las parroquias de Baíña (Santa Mariña), Bayona (Santa María de Afóra), Baredo (Santa María), Belesar (San Lourenzo) y Sabarís (Santa Cristina da Ramallosa). En él se encuentra el Castillo de Monterreal, que actualmente tiene función de Parador Nacional. Tiene una gran importancia histórica, ya que en marzo de 1493 Martín Alonso Pinzón arribó a las costas de Baiona tras su viaje a América convirtiendo a esta villa en la primera de Europa que supo la noticia del descubrimiento del Nuevo Mundo. Por ello el primer fin de semana de marzo se celebra en el casco histórico de Baiona una fiesta medieval llamada A Arribada, «La Arribada».
El día 1 de marzo de 1977, se produjo el hermanamiento oficial de esta villa con la ciudad de Palos de la Frontera (cuna del Descubrimiento de América), lugar de donde salieron las carabelas descubridoras el día 3 de agosto de 1492. En recuerdo de la arribada de la carabela Pinta, la Real Sociedad Palósfila Pinzoniana hizo donación de la estatua de Martín Alonso Pinzón, versión del escultor León Ortega de la que se erige en la Plaza del Ayuntamiento de Palos, como testimonio de hermandad entre ambas ciudades.
Supuestamente en la real villa de Bayona fue martirizada la ex santa Librada, también conocida como Santa Liberata. Fue descanonizada en 1969.
No hay que olvidarse de la gastronomía en Bayona y las Rías Baixas en general, por cuanto resulta indiscutible, y eso es lo que la distingue fuera de sus fronteras, que la cocina gallega cimentó su prestigio desde tiempos pretéritos en la excelencia de sus productos y sobre todo los inigualables mariscos y pescados.