Historias de Paradores: Napoleón como protagonista
Napoleón Bonaparte vuelve a estar más de moda que nunca con la película de Ridley Scott que recupera al que fuera emperador francés.
Y es que la vida de este célebre personaje está marcada por sus conquistas y su relevancia histórica. ¿Nos acompañas en un viaje por algunos de los sitios que tienen que ver con su figura? Lo cierto es que algunos de los establecimientos de nuestra marca han sido espectadores de las proezas del protagonista. La Guerra de la Independencia entre Francia y España tuvo como escenario algunos de nuestros castillos. ¿Preparado para viajar al pasado?
Parador de Ciudad Rodrigo: un lugar clave para aterrizar en tierras lusas
Nuestra primera parada no puede ser otra que la región salmantina de Ciudad Rodrigo, testigo de las hazañas de Napoleón Bonaparte. El ambicioso emperador francés, consciente del poderío del ejército español, firmó una alianza con los castellanos para fulminar las relaciones comerciales entre Portugal y Gran Bretaña. Las peripecias de Bonaparte llegaron a buen puerto y finalmente consiguieron entrar en tierras lusas el 30 de noviembre de 1807. A partir de este momento comenzó el reparto del territorio entre ambos socios.
Poco a poco fue deteriorándose el vínculo entre Francia y España. La gota que colmó el vaso fue la puesta en el trono español de José Bonaparte. Para los castellanos supuso un acto esperpéntico que dio paso a la archiconocida Guerra de la Independencia. Gran Bretaña aprovechó inteligentemente la ruptura de las relaciones franco - españolas para arrebatar Portugal a la potencia francesa. España cooperó con los británicos liderados por Arthur Wellesley, el conocido Duque de Wellington. Esta nueva alianza logró derrotar a los franceses en la Batalla de Vimeiro en 1808.
Con un espíritu optimista y alejado del derrotismo, la Francia poderosa de Napoleón Bonaparte decide retomar la disputa por el control de Portugal, y para ello, sabía que era necesario apoderarse de Ciudad Rodrigo por su posición estratégica. Por esa misma razón, exigió la rendición al gobernador militar de la localidad, Andrés Pérez de Herrasti. Su negativa a ceder, terminó con el bombardeo a Ciudad Rodrigo en 1810. La capitulación a las tropas francesas, firmada por Wellington en el salón Alcázar del Parador, facilitó el regreso de Francia a este enclave. Su esplendor continuó hasta 1812, momento en el que Ciudad Rodrigo volvió a ser sitiada, en esta ocasión por Wellington y sus aliados españoles. Juntos lograron expulsar a los franceses del territorio el 19 de enero de ese mismo año.
Parador de Jaén: la robusta fortaleza que cautivó a Napoleón
El Parador de Jaén también fue un claro protagonista de la Guerra de la Independencia. Desde la entrada de las tropas napoleónicas en el siglo XIX, el Castillo de Santa Catalina sufrió modificaciones por parte de los franceses. Destruyeron la fortaleza y el aljibe con la intención de inaugurar un impresionante habitáculo para alojar su armamento. Crearon habitaciones que usarían como caballerizas, pabellones para el gobernador y un área de oficinas. Además, la potencia francesa fue consciente de la robustez de sus muros. Dada la gravedad del conflicto, contemplaron una oportunidad única para arrestar bajo aquellos cimientos a los insurgentes. Es por ello que en los sótanos del edificio se construyeron mazmorras para presos políticos, guerrilleros u opositores al régimen.
El valor defensivo del actual Parador de Jaén es algo que sigue sorprendiendo en la actualidad. Un paseo por el edificio no solo será suficiente para comprobar su artillería pesada; también encontrarás una espectacular bóveda, la huella del renacimiento andaluz y por supuesto, la esencia del medievo. Desde su posición elevada, podrás vislumbrar una hermosa panorámica de Sierra Morena y Sierra Mágina.
La clave para la supervivencia: Parador de Argómaniz
El noble emperador francés, consciente de la necesidad de descansar y planificar adecuadamente su estrategia guerrillera, se alojó en el Palacio de los Larrea, actual Parador de Argómaniz. Se dice que en la segunda planta del edificio Napoleón Bonaparte tenía localizados sus aposentos. Pero su asombro por el palacete iba más allá de la riqueza y comodidad de las habitaciones. Era conocedor de que este tipo de edificios aguardaban en sus plantas elevadas graneros que suponían el 80% de la alimentación de un soldado.
Dada su importancia, proteger a cal y canto esta fortaleza se convirtió en su principal prioridad, y eso explica el porqué a día de hoy podemos disfrutar de un rincón no solo destinado para el descanso, sino para indagar en nuestra historia reciente.
Argómaniz es el sitio ideal para explorar la vida de Napoleón en primera persona. Por ejemplo, desde el balcón del Parador se puede apreciar la Llanada de Vitoria, el lugar que las tropas francesas escogieron en el preludio de la batalla. Por otra parte, nuestro restaurante Aletegui, el lugar del granero, es el más grande y mejor conservado de Álava. Aparte de disfrutar de la fantástica gastronomía del Parador, en él se halla un artesonado sin anclajes metálicos, uno de los tesoros que los hermanos Bonaparte nos dejaron en herencia. También merece la pena un recorrido por los pueblos de los alrededores. Por ellos transitaron franceses con una dificultad notable, puesto que, muchos se quedaron atascados por el barro. De hecho, se cree que fallecieron más aquí que en la contienda.
El Parador de Lerma fue un magnífico refugio para Napoleón Bonaparte
El Parador de Lerma también acogió a Napoleón durante la Guerra de la Independencia. El emperador francés se alojó en los aposentos del Duque de Lerma, en la zona sur del edificio, el sitio más cálido del conjunto arquitectónico. Hoy ese espacio está reservado para servir desayunos. Un desfile de embutidos locales y dulces típicos de la región para comenzar el día constituye también una razón de peso para alojarte en el palacio. Asimismo, se sabe que la habitación 313 fue el lugar escogido por Bonaparte para asentar su oficina.
No es de extrañar que Napoleón decidiera desembarcar en la localidad burgalesa. Todo lo que se respira por los alrededores del Parador desprende belleza. El Mirador de los Arcos ofrece una espectacular panorámica, especialmente si llegas para ver el ocaso. Por otro lado, llama la atención el primitivo casco histórico. Sin lugar a dudas, es un epicentro que hace apología del urbanismo medieval. Recorrer las calles pintorescas de "La Paloma", "Santa Caliopa" o "Zorilla" es sinónimo de viajar al pasado.
La Torre de Caracol del Parador de Benavente sobrevivió al asalto francés
En la localidad zamorana, es conocida la 'Carrera de Benavente'. Se trata del hecho histórico que narra la huida del ejército británico hacia A Coruña. Las tropas napoleónicas persiguieron muy de cerca a sus enemigos, aunque sin éxito. A su paso por Benavente, arrasaron con el rico patrimonio artístico que poseía la ciudad, incluyendo iglesias y conventos. La Torre de Caracol del Parador benaventano sobrevivió a la invasión francesa. Se trata de una obra arquitectónica que aúna la preciosidad del Renacimiento y la robustez del Gótico. Antes de la llegada de las tropas de Napoleón formaba parte de la fortaleza de los Pimentel y hoy en día, es una seña de identidad de nuestro icónico establecimiento. En ella todavía se esconde un artesonado mudéjar y un bar de época. Su belleza alcanza otro nivel con los jardines que la rodean. Desde allí se puede observar los valles del Tera y del Órbigo.
La región castellanoleonesa es una andadura recomendable por la historia. En el pasado fue un punto estratégico, tal vez, por ser el principal cruce de caminos de España. De hecho, puedes emprender las rutas jacobeas desde el Parador: Camino de Oriente, Camino de Valladolid, Camino de Asturias, Ruta del Valle del Tera o la Vía de la Plata. Algo que vas a agradecer para que no cesen tus ganas de indagar en la historia es disfrutar de un auténtico manjar gastronómico. En nuestro restaurante podrás degustar algunas de nuestras especialidades como los huevos fritos con lomo de cerdo y chorizo, ensalada de los pimientos del Valle o el lechazo churro asado.