El menú español no tiene parangón en todo el mundo y la gastronomía es uno de los atractivos más valorado por los turistas para volver
Dicen que la realidad es tozuda y, aunque parezca imposible, termina por imponerse. El COVID no es más que una consecuencia de un sistema agotado. Ha funcionado durante décadas, sí, pero ahora ya no da más de sí. España tiene casi tantos bares y restaurantes como la Unión Europea junta. Un restaurante, aunque funcione medianamente, sostiene a una familia y cuesta más cerrarlo que abrirlo; por eso, muchos siguen funcionando en espera de una agonía lenta. Lo que pasa es que la pandemia ha adelantado la muerte anunciada. Algunos establecimientos han caído en lo que llevamos de coronavirus –no han podido asumir los gastos que conllevaba una actividad reducida-, pero, la prueba de fuego vendrá a partir de octubre cuando se podrá evaluar cuántos clientes tienen de verdad y si les permite sostener el negocio.
Nosotros, por más que algunos se empeñen en no verlo, vivimos del turismo. Recibimos el doble de visitantes de los habitantes que somos. Y pocos países pueden vanagloriarse de ese éxito. Somos un ejemplo para todo el mundo. El hotelería y la gastronomía no tienen parangón con cualquier otro país: somos los mejores. La relación calidad-precio es inigualable. Busquen ustedes un menú tan completo por 12-14 euros que lo tienen disponible el 80 por ciento de los establecimientos, botella de vino incluida.
Ciertamente, el país ha enfocado gran parte del crecimiento en el turismo y este sector ha adquirido un peso decisivo en el PIB y en el empleo y, por eso ahora, sufrimos mayores consecuencias. Hemos descuidado otros sectores como el industrial, el agrícola, la alta tecnología... que nos hubieran dado un equilibrio económico que paliara las consecuencias los efectos de los viajeros que no llegan.
A la vista de estos resultados, algunos, como el Ministro de Consumo, optan por menospreciar el turismo y denostarlo como un error. Sería una irresponsabilidad compartir esa visión. Ahora no se trata de rebajar la cuota de este rubro sino de potenciar otras que ayuden a compaginar y compensar los continuos desajustes que se producen en la economía. ¿Están los gobiernos -este incluido- capacitados para ello? ¿Hay un plan de acción como país para saber qué queremos ser y a dónde vamos a corto, medio y largo plazo? Creo que adivino su respuesta, amigo lector.
Para que no comenten una barbaridad les adelanto que, de momento, no tenemos otro sector capaz de substituir el turismo, así que, ojito qué decidís, no le adelanten la muerte como lo hicieron con el automóvil a cuenta del gasoil.
Ahora, toca acometer dos acciones: adecuar el sector del turismo a la nueva realidad y, dos, buscar nuevos nichos para ocupar a tanta población que quedará excluida de la hostelería. Sobran bares y restaurantes. Ferrán Adrià, si creemos que sabe de estas lunas, también lo ha dicho más de una vez y afirma que cerrarán el 40 por ciento. Quizá el gobierno tiene la tentación de matarlos; no sería buena política, lo correcto es que ellos, por sí mismo, se adecuen y pasen a otra realidad; allánenle el camino, pero no le pongan el cuchillo al cuello. Las transiciones traumáticas crean caos y dejan muchas heridas abiertas. El turismo, para no equivocarnos, sigue siendo la gran fortaleza. Somos competitivos en todo y poseemos un Now How líder en todos los segmentos del sector. No se trata de debilitarlo, se trata de dotarlo de nuevas fortalezas y eliminar la carga que le lastra.
Los pequeños son la debilidad del sector
Si bien es cierto que la pandemia ha asestado un duro golpe a algunas cadenas hoteleras e incluso a grupos de restauración debilitando su tesorería, quienes más han acusado el efecto son los pequeños establecimientos que viven del día a día y sus ingresos no dejan de ser familiares. Todos conocemos el conjunto de bares y restaurantes que tenemos en nuestro entorno y sabemos que la mayoría malviven. Un huracán como el que ha sobrevenido los deja tiesos. No tienen fondo de resistencia, no tienen preparación para darle la vuelta al negocio y les faltan recursos para actualizarse. Con este diagnóstico, el futuro está escrito. ¿Cuál es la solución? Que el gobierno prepare un plan de adecuación para el tránsito a otras actividades o de adecuación a la nueva realidad. Nosotros desde la Consultoría del Grupo El Periódico hemos desarrollado el programa de “Modernización de los establecimientos de Hostelería” para que éstos pueden actualizarse. Varias Comunidades Autónomas ya los implementado y con excelentes resultados. El plan en sí, es un conjunto de herramientas que permite a los establecimientos renovarse. Es, como suele decirse, bueno, bonito y barato. El mejor instrumento para que sus dueños o responsables pongan al día el establecimiento en todos los sentidos, ofrecer una buena calidad y poder competir. Y abarca a todos los aspectos del negocio. Su tabla de salvación por el precio de un menú.
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