Ha sido elegido durante varios años como el mejor bar de vinos del mundo, por la revista The World of Fine Wine, allí se esperaría encontrar camareros refinados, un lugar amplio y con mucho postureo. Sin embargo, en el número 5 de la Rue de la Borse en el centro de Toulouse solo sobresale una placa brillante en la puerta, que hace distintivo el lugar.
Cuando se camina por las calles del centro de esta ciudad francesa, a lo lejos se puede observar una pequeña sala de la que sobresale una escalera y en donde solo hay lugar para 25 personas, es por esto que para visitar el N5 Wine Bar, hay que hacerlo pronto, a eso de las 19 horas para poder tener un espacio asegurado.
Su dueño y fundador Thomas Cabrol asegura que no piensa en ampliar el lugar, ya que al hacerlo perdería su esencia y sería muy difícil atender a los visitantes de la manera que se merecen.
La forma en que funciona este lugar es un poco diferente a un bar tradicional, en la caja un maître explica que el sistema funciona con una tarjeta, la cual se carga con un monto determinado de euros, los cuales se van gastando en las máquinas que surten el vino. Este es el secreto de este curioso sitio.
Este curioso sistema hace que se puedan disfrutar las diferentes clases de vino desde los chardonnay más exóticos del sur Australiano hasta los tintos más costosos de la Ribera, Rioja, entre otros, vinos que por lo general suelen ser inaccesibles para personas de bolsillo medio, pero que allí se pueden disfrutar por más de 10 € por 100 ml.
La cata de vinos varía de acuerdo a los gustos y preferencias del dueño. Pero lo mejor de esto es que no demuestra sus habilidades y no se deja llevar por las tendencias actuales. Thomas solo se limita a la cata y testa de estos licores, y si es lo que espera, repite la experiencia. En sus estanterías reposa una en especial que tiene un valor económico y singular bastante elevado, una copa de este vino podría llegar a costar alrededor de 10.000 € y es que estuvo bajo el mar por más de 300 años.
En este lugar siempre se da espacio para todos los tipos de uva y para las crianzas de vino, todo esto con el fin de que los visitantes sean locales o turistas puedan tener una experiencia maravillosa, a esto se le puede añadir el servicio de los meseros que no solo ayudan en el proceso de compra de los vinos, sino que también desarrollan un papel de sumilleres que a pesar de la gran variedad de vinos que se encuentra en la bodega, también tienen la capacidad de resolver dudas o dar recomendaciones en diferentes idiomas.
En el primer piso, además de las máquinas surtidoras se puede degustar de diferentes tapas y raciones con las que acompañar cada copa. Un menú de platos fríos en los que su dueño no permite fallo alguno y que está a la cabeza de los mejores ibéricos españoles.
En el sótano del bar se encuentra otra de las propuestas del dueño, y es que esta termina siendo la razón de todo, la pasión por los vinos y el modo con el que ha triunfado hizo que se implementara la búsqueda del maridaje para su cocina.
Allí se ofrece una experiencia de gastronomía diferente, llena de sabores y matices que consta de 10 platos en los que se mezcla lo mejor de la cocina occitana contemporánea, con vegetales frescos, pescados de temporada y carnes ecológicas que llevan un toque asiático, que se acompañará de una excelente copa de vino por una cifra que ronda los 45 €.