Entender la tierra como principio......
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Una lección aprendida en Can Fontanals
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Por una apasionante historia desde el siglo XVI
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En 1982 salió la primera botella de Cava Avinyó
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Arte transmitido en cada botella
Las semillas de “Vitis vinífera” carbonizadas junto a material cerámico nos llevan a 2.700 años atrás y en la Font de la Canya y la casa solariega de Can Fontanals donde las viñas de aquella época, como las de hoy en día, nos llevan a una de las cavas con mayor tradición “Avinyó”.
Avinyó y Can Fontanals.....
El espíritu de la decimocuarta generación que sigue la tradición familiar, se transmite con una sola frase de su sello "Abiertos a los sentidos", y no puede ser menos cuando conocemos la historia y los objetivos que rodean hoy la elaboración del cava en este espacio tan histórico. "El origen que queremos honrar", "Aquello que nos rodea", "Los sentidos que nos inspiran", "La naturaleza que hay que preservar" y "La colección" que sale, nos abren las puertas a poder disfrutar de todo tipo de sensaciones, del testigo del paso del tiempo.
“Solo quién entiende de donde viene es capaz de saber hacia donde tiene que ir”
Los Orígenes y recorrido
La casa solariega y la finca de Can Fontanals están situadas a 100 metros de un yacimiento de 2.700 años donde se han descubierto referencias en la práctica de la viticultura y el consumo del vino. En la Font de la Canya se han encontrado numerosas semillas y restos arqueológicas de “Vitis vinífera” carbonizadas, material cerámico de importación fenicia y elementos vinculados a la arboricultura de la viña. Es por eso, que se puede afirmar, modestamente pero con mucho orgullo, que las primeras viñas documentadas en esta parte de la Península Ibérica pueden ser muy bien las de ahora casa “Avinyó”.
Los primeros vestigios de Can Fontanals, la masía de la familia de Avinyó, es una construcción de tipo tradicional con un arco de herradura en su interior y unas aspilleras de defensa adosadas a las paredes laterales que datan del siglo XVI y los documentos ponen de manifiesto que ya desde los orígenes, la actividad principal de la finca ha estado ligada al cultivo de la viña, cereales y leguminosas.
El apellido Fontanals, que perduró hasta el 1847, es el nombre de la masía familiar, que se ha mantenido hasta hoy a pesar de que oficialmente se perdiera cuando Esperança Fontanals se casó con Adjutori Esteve.
A final de siglo XIX, un hecho marcó un antes y un después en la historia del Penedès y, evidentemente, también en las tierras de Can Fontanals: la filoxera, que mató todas las viñas. Y tal como dicen a veces, las cosas no vienen nunca solas: a esta dramática circunstancia se sumó la quiebra de uno de los bancos más importantes de la comarca y al cual la familia había confiado todos los ahorros.
Ante esta difícil situación, se tuvo que consolidar la voluntad emprendedora de la familia, que con mucho esfuerzo y trabajo superó aquella etapa de escasez y penuria, y empezó de cero.
El año 1889, Joan Esteve Marcé tomó una decisión capital que marcó el que entonces sería el futuro de su cava “viajar hasta Francia y aprender a cultivar nuevas variedades de viñas con la premisa que fueran inmunes a la filoxera, para replantar toda la finca”. Al volver, aplicó todo el aprendizaje adquirido en Francia en una de sus viñas y esta decisión causó una gran expectación entre los campesinos de la comarca, que querían ver de cerca como se adaptaban en la comarca las nuevas cepas americanas. Es por este motivo que bautizó la viña como “la Mirona”.
La figura de Adjutori Esteve también se merece un recuerdo especial, puesto que fue uno de los viticultores emprendedores de la época y modernizó la explotación para poder cultivar personalmente todas sus tierras.
La viña, la bodega, la artesanía y la tierra
Entender la tierra como principio, tocarla como condición y expresarla para poder compartirla. Esto es la lección aprendida y esto es el que la familia no quiere dejar de aprender y enseñar a todos aquellos que llegan a la finca.
“La actitud es una manera de hacer que determina la velocidad y la manera como se avanza”.
El espíritu emprendedor siempre ha caracterizado a esta familia. Comprar un tractor cuando todavía nadie tenía, es un ejemplo. Viajar y acompañarse de enólogos expertos para enriquecer el conocimiento, es una demostración, y el resultado….
“El 1982 salió la primera botella de Cava Avinyó al mercado, con una tirada inicial de 2.418 unidades”.
La historia de Avinyó no se puede explicar sin hablar de la pasión por el arte y la cerámica.
La necesidad de buscar nuevas formas de ingresar dinero durante un par de años muy malos en la viña a causa de las granizadas, propició que la familia iniciara de manera paralela un nuevo proyecto relacionado con la cerámica. “Baldosas, platos y murales de cerámica hechos por la madre de la familia”, que había estudiado arte en la Escuela Massana de Barcelona, fueron el aire que se necesitaba, en un momento concreto asfixiando desde ese aspecto económico.
Este negocio, iniciado por necesidad, pero también por la vocación de la madre, se ha mantenido vivo hasta hoy y ha contagiado una manera de hacer en la viña y en la bodega.
Si hace 2.700 años la viticultura y la cerámica, ya eran dos actividades diferentes muy arraigadas entre sí, también lo es en la familia. Son dos expresiones de la tierra que comparten una manera de hacer y una filosofía basadas, las dos, en el conocimiento del suelo y la exploración de las técnicas de manipulación y elaboración como punto de partida para la creación.
Hoy, podremos encontrar una Tienda de venta de los productos, Visitar las tierras, el entorno vitivinícola, ver el ingreso de la uva, la elaboración del cava, participar en catas, y disfrutar de visitas guiadas por todo este mundo subterráneo alrededor del cava.
“En Can Fontanals y Avinyó Cava se estiman la tierra y les apasiona poder expresarse a través de ella...”
Imagen-portada: Cava en la profundidad de la tierra
Producción: Redacción
Fuentes e imágenes: Avinyo Cava / Turismo Vilafranca del Penedès