Durante años se ha engañado mucho con hipotéticas rentabilidades del turismo rural, basado en alojamientos rentables.
Siempre se han vendido como negocios sanos, capaces de regenerar las zonas rurales y, por supuesto, vivir de ello a los emprendedores/as, que entrasen en este mercado.
Es cierto y hay que decirlo, que el nacimiento de esta oferta turística no fue acertado, ya que esencialmente nunca se planteo ni planifico como un desarrollo local a través del turismo y mucho menos como un desarrollo turístico.
En los comienzos y en el contexto europeo, hubo mucho dinero público y todavía se mueve algo a través de los GAL (Grupos de Acción Local de los programas europeos LEADER), pero no hubo una estrategia clara o quizás acertada, para responder al objetivo primario de fijar población rural, incentivar y dinamizar económicamente las zonas rurales y especialmente implementar el turismo como actividad económica productiva, que pudiese dinamizar otras muchas.
Me atrevería a decir, que siempre falto un enfoque y esto se dio mucho mas a nivel local, de territorio, de destinos, versus ofertas aisladas de alojamientos sin ninguna planificación en conjunto que determinase las necesidades de oferta y demanda.
De hecho, siempre ha existido una brecha tremenda entre la oferta alojativa, que crecía de forma casi exponencial durante los años de bonanza del dinero público y la demanda que apenas crecía a un ritmo muy lento. Este desfase provoco que la media de ocupación anual en el caso de España ronde todavía el 20%, lo que implica que hay bastante alojamientos que tendrán un 10 % de noches ocupadas al año (Es decir unas 37 noches) y otros que estén por el 30% y algunos que superen el 50%, que seguro es una minoría o como se suele decir la excepción que confirma la regla.
Haciendo cálculo matemático super sencillo, los números dicen que el negocio es inviable económicamente y si no, pidan un préstamo al banco. Aun así se siguen abriendo nuevos alojamientos, según me cuentan algunos GAL.
Alguna vez, he escuchado de algún propietario de alojamientos, que tenían una ocupación del 90 al 100%, que luego me explicaba su cálculo, consistente en contabilizar solo los días que tenia abierto. La antigua idea de que el turismo en las zonas rurales es y debe ser una actividad económica complementaria, que sirva para paliar el déficit de la rentabilidad de otras economías agrarias, pues puede ser la respuesta al porque nunca el turismo ha sido un negocio como tal, es decir como en el sol y playa y el turismo urbano.
También podemos afirmar que en este turismo, el tamaño si importa y con emprendimientos (que no empresas) micro, es muy difícil ser competitivos, siempre que se siga teniendo la misma visión convencional, es decir olvidarse de la famosa disrupción (Que dice todo lo contrario) y de la “Coopetencia” (Coopetition), que implica tener una visión de Destino o al menos de territorio y no tan atomizada y lejos de la demanda objetivo.
Cuando se pretende incentivar los emprendimientos turísticos en un pueblo para captar nuevas inversiones y dinamizar la economía local, se trata también de seducir a inversores externos, ya sean grandes o pequeños o individuales, que además enriquecen la oferta y no como se pensaba que “este pastel” debía ser solo para locales.
Pues bien esa fotografía de negocio rentable y competitivo, no solo es algo que se ha vendido, sino aun peor, es algo que existe en el imaginario de los #neorurales, que buscan vidas alternativas en el campo, pero claro rentables, porque si no, de que vivirían, si no tienen relación con el sector primario? Y si también el nivel de conformismo rural, en el que ocupar los fines de semana, puentes y algo de vacaciones de verano es todo un logro y genera satisfacción.
No se trata de comparar con otros negocios turísticos, donde tener menos del 50% anual, es motivo de quiebra empresarial, pero sí de decir las cosas claras y dejar de crear falsas expectativas que generan bien autocomplacencia, bien frustración.
Cambiar el chip de este turismo, tanto del empresariado, propietarios, como de las administraciones públicas implicadas hacia una visión de destinos sostenibles y competitivos es realmente urgente e innovador, porque de lo contrario, de seguir repitiendo los mismos errores conlleva a dejar de apostar por esta actividad que puede generar un importante desarrollo a nivel local.
Quizás sea algo tarde, pero como se dice, más vale tarde que nunca.