El invento de las tasas o ecotasas no funciona como disuasión
Seguramente les pueda llamar la atención o alarmar el titulo donde hablo de los efectos positivos de este fenómeno “la masificación turística” del que todo el mundo reniega y detesta, menos los usuarios o visitantes, que aparentemente no lo ven como efecto negativo, ni disuasorio.
Cuando hace muchos años comenzaba mi trabajo de consultor especializado en temas turístico-ambientales (estaba considerado como especie rara), ya se podia detectar importantes problemas de saturación turística (visitantes de horas o días, los antiguamente llamados domingueros), que convivían en el mismo espacio y tiempo durante su jornada de ocio, especialmente en zonas naturales, y siempre muy cerca de su vehículo o parkings improvisados, hoy en día prohibidos.
Es decir el fenómeno de masificación de visitantes existía ya desde hace décadas en estas zonas, donde mucha gente disfrutaba de un tiempo de esparcimiento a un coste casi gratuito, pero dejando una importante huella de impacto ecológico.
Siendo muy pragmático, y teniendo una visión territorial, y de protección de zonas frágiles o vulnerables como las zonas rurales o naturales y aun entendiendo plenamente los impactos sociales en aquellos destinos-ciudad donde se produce, me atrevo a afirmar que la masificación turística en grandes destinos ya sea urbanos o de sol y playa permite contener a un flujo de visitantes, mayoritariamente excursionistas a lo largo del año y también turistas en épocas de alta demanda (verano, semana santa, puentes, etc) en puntos que físicamente pueden gestionarse.
Es decir estos destinos tienen la capacidad de gestionar la saturación turística y pueden hacerlo aplicando un modelo más sostenible, para garantizar la competitividad y por tanto futuro de su negocio.
Obviamente el tema de impacto social para la población más vulnerable o con menos capacidad económica es muy alto y grave, sin duda alguna, porque entran en una competencia muy desigual e injusta.
Pero imagínense estos millones de turistas concentrados en estos puntos si se desplazasen a pequeños pueblos o espacios naturales protegidos.
Algo que también ocurre en determinadas épocas del año con otra demanda mayoritariamente de excursionistas y turistas (minoritariamente) que triplican o quintuplican la población de pequeños núcleos rurales, quienes consumen o usan sus servicios públicos y sus recursos naturales, todos ellos limitados, sobrepasando su capacidad de aguante.
La gran mayoría de estos entornos turísticos ni están planificados, ni preparados para recibir estos flujos turísticos, ni tienen capacidad de gestión, y ni siquiera pueden considerarse destinos turísticos.
- La idea que han barajeado algunos especialistas de distribuir la demanda de los destinos saturados de sol y playa o urbanos hacia estas otras áreas es simplemente insostenible y pondría aun más en peligro la supervivencia de estos territorios.
- La otra idea de desmasificación ha sido el invento de las tasas o ecotasas turísticas, especialmente esta segunda opción suena hasta mejor, pero ninguna tiene ya credibilidad, ni para la demanda ni para el destino, ya que estas tasas no son finalistas y por tanto es muy difícil garantizar que se destinen a proyectos o acciones ambientales o sociales.
Obviamente está demostrado que estos importes de tasa turística diaria, no disuade en nada al turista, salvo algún caso excepcional como Bhutan, porque en el caso de Islas Galápagos, supondría quizás un máximo del 5 % del coste total del viaje, algo asumible para una mayoría de turistas. Lo que limita el numero realmente es la capacidad alojativa y la del transporte aéreo al destino.
Por otra parte, retomando el tema de la masificación turística, es un fenómeno que evoluciona casi con un crecimiento exponencial, porque el viajar es ya un fenómeno universal y casi un derecho social, especialmente desde que las diferentes tipologías de low-cost han conseguido una respuesta tremenda de todas las clases socioeconómicas que antes no tenían acceso y de mercados que se han incorporado en estas dos últimas décadas.
Cuando se hace una pequeña inmersión en estas grandes aglomeraciones de personas, es fácil percibir que la interacción que tienen entre si es positiva sin detectar agobio o comportamientos similares. Al fin y al cabo se cumplen las expectativas que tenían, por lo que el fenómeno seguirá perdurando en el futuro, ya que para evitarlo tendrían que dejar de existir más de 500 millones de turistas en el mundo y eso es impensable.
Sin embargo las amenazas de masificar los otros espacios rurales y naturales se pueden prever todavía y es una temática que se discutirá en el próximo evento de Expo Aire (Córdoba, 2 y 3 Diciembre).