La voracidad de los bancos, sin freno por parte del Banco de España, esquilmará a los pequeños ahorradores. Foto freepick
Ayer me llegó carta del banco, como supongo a millones de españoles, con “información sobre servicios y tarifas”, textual y dice que “nos ponemos en contacto contigo para facilitarte la información siguiente:
-cambio en las condiciones del programa adiós comisiones
-comisión por servicio de retirada de efectivo
-gastos por la regularización de descubierto
-cláusula sobre el uso de la cuenta
-actualización de comisiones de transferencias
-información de interés sobre el servicio de caja básico
-información de interés sobre el fondo de garantía de depósitos
En doce folios desgranan las novedades que enuncian los apartados anteriores. Sorprende la camaradería de la carta donde se dirigen a mí de tu, y me dicen que me van a “facilitar” en vez de comunicar la información que me remiten.
Cabe recordar que antes los bancos, guardaban nuestro dinero y nos pagaban por dejárselo en custodia y ahora nos pasan a nosotros parte del trabajo para realizar cualquier operación, nos cobran por cualquier gestión, nos cargan comisiones por la transacción que hagamos y, por si somos poco activos con las operaciones, nos imponen el abono de cuotas fijas por “administración”, “mantenimiento”, “servicios internet”, etc.
Si tomamos como base los datos del Banco Mundial que afirma que el 95 por ciento de los españoles tienen abierta al menos una cuenta bancaria, las cifras son desorbitantes. En entendible que la banca española no se esfuerce por “vender” el dinero que tiene en caja, si obtiene notables beneficios con los ingresos atípicos que hemos enunciado antes. Si a cada español le “substrae” una media de 300 euros al año, ¿Qué necesidad tiene de dar créditos?
Aun así, el dinero del impositor ha pasado de obtener un interés histórico atractivo, a interés cero, al que se suman los cargos de todo tipo de comisiones y mantenimiento. Con intereses cero o negativos -el banco europeo ha puesto a disposición de los bancos ingentes cantidades de dinero a interés negativo- los créditos que se gestionan a terceros se conceden al 5, 6, 7 hasta el 10 por ciento de interés, ¿Qué hacen los bancos con tanto dinero?
Invito a los lectores que lean o se informen de las condiciones que han comenzado a aplicar las entidades financieras a partir de este último trimestre del año. Tras todo ese lenguaje subliminal y campechano, lo que se esconde es una plaga de nuevas cargas. Se enuncia como “adiós comisiones” cuando, en realidad es una pléyade de exigencias para substraerse al pago de las mismas; cargos que van a un porcentaje y, si no llega, se aplica siempre una cantidad mínima fija. Se acabó ir a la ventanilla a “sacar dinero de tu cuenta”, ahora tendrá un cargo de 2 euros o, cuida de no quedarte en descubierto por cualquier eventualidad, te saldrá caro; o si necesitas hacer una trasferencia, quizá pagues más por el servicio que por el importe que envías.
Aquí no se plantea un acuerdo con nuevas condiciones entre las partes; las Entidades lo pactan entre ellas y se lo aplican a los clientes sin poder alguno de intervención: te “adhieres” o te sales del sistema. Tantas figuras de defensor del pueblo, asociaciones de consumidores, organismos reguladores, agencias de vigilancia… ¿nadie se preocupa del humilde impositor?
Y, si eso lo trasladamos al pequeño empresario que emite cada día un manojo de recibos, su desolación es todavía mayor. Sus costos financieros, solo por el hecho de tramitar sus efectos con el banco, llega al 7-8 por ciento de su volumen de negocio, muchos más a veces del margen de beneficio que le genera su actividad industrial o profesional.
¿Se puede vivir sin bancos?
Algunos lo intentan y tratan de salirse del sistema, bien por rebeldía con el mismo o bien por castigar a las entidades por leoninas y abusivas, pero, se vuelve imposible. Nos han ido acostumbrado sibilinamente que las entidades son casi ONG de beneficencia y que miran por nosotros haciéndonos la vida más fácil: “no se preocupe de sus recibos y páguelos a través el banco, solicite su tarjeta de crédito y disponga siempre de dinero en el acto, haga sus transferencias a cualquier hora, 24 horas abiertos para usted…” y, cuando toda esa cultura se consolidado, entonces es cuando aplican sus condiciones. Nos han convencido, primero de que les demos nuestro dinero, y después que paguemos por sus servicios y, tercero que cuando vayamos a sus oficinas, esperemos 30 minutos de cola como si nos hicieran un favor y el dinero fuera de ellos.
Hoy, cobrar una nómina en metálico, pasar un efecto al cobro, recibir el abono de la pensión, etc. sin pasar por los bancos se ha vuelto imposible
La complicad del Gobierno
Por si fuera poco, y para echarle una mano a la banca, el Gobierno se ha ocupado en convertirse en recaudador bancario. Bajo el slogan de perseguir a los ricos y evitar el dinero negro ha reducido los pagos en metálico a 1000 euros, es decir, si compra usted una lavadora, un juego de ruedas o reforma la cocina, tiene que pasar necesariamente por el banco. Pensábamos que el Banco de España velaría por los intereses de los impositores en contra del oligopolio de la banca, pero, no, la Entidad monetaria también se convierte en cómplice y avala las condiciones cada vez más exigentes de la banca. Ningún partido por otro lado, y que nosotros sepamos, se ha manifestado en contra de los atropellos que llevan a cabo las entidades financieras; éstas marcan sus reglas y llegan al impositor sin opciones. Cabría mudarse a otra entidad, ¿a cuál? Si todas se rigen por los mismos principios. Podría abrirse la mano para que se creen nuevas entidades y puedan competir, pero, curiosamente, la Administración está por todo lo contrario: mayor concentración y reducción del número de entidades y todo bajo el enunciado de que serán más fuertes y darán mejor servicio, ¿a quién? Si una familia modesta hiciera números, lo mismo que se lo hace un pequeño empresario, se daría cuenta de la contribución anual que hace a su banco y, quizá, entonces si estuviera por la labor de un banco público o de una reforma que condujera a una banca ética y menos leonina. Foto freepick