Enfermedades más comunes en verano: cuáles son y cómo prevenirlas

Los expertos de Cleverea nos muestran las afecciones más típicas de los meses de más calor y cómo podemos evitarlas

El verano trastoca nuestros horarios y los hábitos que mantenemos en otras épocas del año. Con la llegada del calor pasamos más tiempo al aire libre, viajamos y aumentamos las comidas fuera del domicilio.

De hecho, según los expertos de la empresa líder en seguros online de salud, las altas temperaturas debilitan nuestro sistema inmunológico y la humedad y el sudor aumentan el riesgo de infecciones cutáneas y fúngicas.

Los deportes acuáticos, si no se realizan con las medidas de higiene adecuadas, incrementan la probabilidad de otitis y conjuntivitis, el uso prolongado de ropa húmeda, como los bañadores aumenta la posibilidad de padecer cistitis, mientras que pasar demasiado tiempo al sol pueden provocar quemaduras solares o incluso un golpe de calor.

Por tanto, el verano, aunque es síntoma de descanso y diversión, también abre la puerta a situaciones que comprometen nuestra salud si no tomamos las precauciones necesarias. Por ello, los expertos nos muestran cuáles son las afecciones más comunes de esta época del año y nos aconsejan cómo prevenirlas:

1. Quemaduras solares

1. Quemaduras solares

Las quemaduras solares son lesiones en la piel provocadas por la exposición excesiva a los rayos ultravioleta del sol. Son más frecuentes en verano por la intensidad de la radiación solar y por pasar más tiempo al aire libre sin protección adecuada. No solo causan dolor, enrojecimiento e incluso ampollas, sino que además aumentan el riesgo de cáncer de piel a largo plazo.

Usar protector solar de amplio espectro con un factor de protección adecuado, aplicarlo con frecuencia y evitar salir al exterior entre las 12 y las 16 horas reduce significativamente este riesgo.

2. Trastornos estomacales e intoxicaciones alimentarias

2. Trastornos estomacales e intoxicaciones alimentarias

Los trastornos digestivos como diarreas, indigestiones o molestias estomacales son frecuentes en verano debido a los cambios en la dieta y el consumo de alimentos crudos, condimentados o poco higienizados. También se pueden producir como consecuencia de la deshidratación, algo relativamente común cuando hace más calor. Además, las comidas fuera de casa o en lugares poco higiénicos pueden agravar el problema. Para mantener el sistema digestivo en perfecto estado conviene consumir alimentos frescos y bien cocinados, lavar frutas y verduras, y evitar el abuso de grasas y alcohol.

Por su parte, las intoxicaciones se producen cuando ingerimos alimentos contaminados por bacterias, virus o toxinas. El calor típico de los meses de verano favorece la proliferación de microorganismos en carnes, pescados, mariscos, huevos o lácteos, especialmente si no se conservan bien. La falta de una refrigeración adecuada o la ruptura de la cadena de frío son factores decisivos para sufrir una intoxicación alimentaria. Para evitarlo, y reducir las probabilidades de una intoxicación, conviene manipular los alimentos con las manos limpias, mantenerlos refrigerados y cocinarlos de manera que no queden crudos.

3. Otitis

3. Otitis

La infección del oído externo, conocida como otitis del nadador, es común en verano, cuando estamos en un contacto más frecuente con el agua de playas y piscinas.

La humedad prolongada favorece la proliferación de hongos y bacterias en el canal auditivo. Secarse bien los oídos después del baño, usar tapones si hay predisposición a infecciones y evitar introducir objetos que puedan dañar el oído es esencial para evitar estas infecciones.

4. Cistitis

4. Cistitis

La inflamación de la vejiga urinaria, generalmente causada por una infección bacteriana, se incrementa en gran medida en verano por la sudoración, el hecho de tener una menor hidratación y el uso prolongado de ropa húmeda, como los bañadores cuando salimos del agua.

Las mujeres son más propensas a sufrir cistitis por cuestiones anatómicas. Para prevenirla es recomendable cambiarse el bañador cuanto antes, mantener una correcta higiene íntima y beber abundante agua, aunque no se tenga sed.

5. Infecciones fúngicas

5. Infecciones fúngicas

Los hongos encuentran en el calor, la humedad y el sudor su ambiente ideal. En verano son frecuentes las micosis en la zona de la ingle, las axilas y los pies, lo que es conocido como pie de atleta.

Estas infecciones causan picor, enrojecimiento y descamación. Para evitarlo, es fundamental mantener la piel seca, especialmente en los pliegues, así como usar ropa transpirable y evitar andar descalzo en duchas públicas o piscinas.

6. Conjuntivitis

6. Conjuntivitis

La inflamación de la conjuntiva, la membrana que recubre el ojo, se produce a menudo por el contacto con aguas contaminadas o por la exposición al cloro de piscinas. Los ojos enrojecidos, con picor o secreciones, son los síntomas típicos de una conjuntivitis.

Para minimizar el riesgo y sus molestias consecuencias lo más conveniente es usar gafas de natación, evitar tocarse los ojos con las manos sucias y no compartir toallas o cosméticos.

7. Picaduras de insectos

7. Picaduras de insectos

En verano notamos que hay más mosquitos, avispas y otros insectos. Sus picaduras pueden causar reacciones alérgicas, infecciones locales y, en casos excepcionales, transmitir enfermedades.

Para evitar su molesta presencia es recomendable no dejar agua estancada cerca de casa. Además, protegerse con repelentes en esta época del año es fundamental. También se recomienda vestir ropa clara y cubrir la piel en zonas con alta presencia de insectos, especialmente al amanecer y al atardecer.

8. Deshidratación

8. Deshidratación

La pérdida excesiva de líquidos por el sudor, junto con una ingesta insuficiente de agua, puede provocar síntomas como fatiga, mareo, sequedad de boca o calambres.

La deshidratación es especialmente peligrosa en niños, mayores y personas con enfermedades crónicas. Por ello, es importante beber agua con frecuencia, incluso sin tener sed, y aumentar el consumo de frutas ricas en agua, como la sandía o el melón.

9. Golpe de calor

9. Golpe de calor

El golpe de calor ocurre cuando el cuerpo pierde la capacidad de regular su temperatura interna, llegando a superar los 40 °C. Los síntomas incluyen piel caliente, confusión, dolor de cabeza y, en algunos casos, pérdida de consciencia.

Suele producirse tras una exposición prolongada al sol o la realización de actividad física intensa en ambientes muy calurosos. Para prevenirlo, hay que evitar el sol en las horas centrales del día, usar ropa ligera, y buscar sombra o ambientes frescos si no tenemos más remedio que salir a la calle, especialmente en las horas centrales del día.

Los expertos advierten que el golpe de calor es una emergencia médica que requiere la asistencia de un profesional, por lo que contar con un seguro médico es altamente recomendable, ya que garantiza atención sanitaria inmediata, tanto si se produce en nuestro lugar de residencia como si estamos de viaje.

10. Verrugas plantares

10. Verrugas plantares

Provocadas por el virus del papiloma humano (VPH), estas lesiones aparecen en las plantas de los pies tras el contacto con superficies contaminadas, como las de piscinas y vestuarios.

En verano, las verrugas plantares son más frecuentes por el uso compartido de espacios húmedos. Utilizar sandalias en duchas y vestuarios públicos, y secarse bien los pies, ayuda a prevenir su aparición.

11. Faringitis y bronquitis

11. Faringitis y bronquitis

Aunque habitualmente las asociamos con el invierno, las infecciones respiratorias también son relativamente frecuentes en verano, lo que puede resultar más grave en niños y personas mayores. El contraste entre las altas temperaturas exteriores y el aire acondicionado frío, junto con el uso prolongado de ventiladores, puede irritar las vías respiratorias. Estos cambios bruscos debilitan las defensas locales de la garganta y los bronquios.

Para evitar enfermar hay que evitar abusar de un aire acondicionado excesivo en interiores, apartarse de las corrientes y beber líquidos que estén a temperatura ambiente.

Javier Bosch, Consejero Delegado finaliza: “En las enfermedades típicas de verano, la mejor medicina sigue siendo la prevención. Adoptar hábitos como beber suficiente agua, protegerse del sol, y mantener una correcta higiene personal y alimentaria puede evitar muchos disgustos. Aunque muchas de estas afecciones no son graves, pueden arruinar unas vacaciones o tener consecuencias serias si no se atienden a tiempo, por ello, contar con un seguro médico privado, por menos de diez euros al mes, nos aporta un extra de seguridad, ya que, podremos ser atendidos por un especialista sin encontrarnos con largas listas de espera en el hospital concertado más cercano a dónde estemos pasando las vacaciones”.

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