Además de ser una isla única, Formentera tiene consolidada una gastronomía singular y típicamente mediterránea. El mar es su denominador común, pero, también ha aprovechado su escasa superficie para cultivar productos propios , como, por ejemplo el vino.
A quienes os quedéis en el titular de esta crónica pensareis que aquí, en Formentera, las estrellas tienen un brillo especial, Pues tenéis razón. Un día de viento, despejado, después de una buena puesta de sol (podéis elegir el lugar, hay tantos) Las estrellas brillan más que en otros lugares. Incluso inspiran a que la prosa selecta se convierte en poesía, aunque suene cursi, porque las estrellas actúan como elemento corrector de esa cursilería…ya sea en un faro u otro. Como introducción a lo que os quiero contar puede sonar casi desafinado. Porque no voy a seguir por el camino de la belleza plástica, sino por otra belleza más prosaica. La de comer bien. Nadie discutirá conmigo que hoy comer, lo que se dice comer bien, acumula tanta belleza o placer (el sustantivo lo ponen ustedes) Pues tengo que decirles que aquí, en esta isla. Se come de lo mejor que uno puede imaginar.
Si eres “viejo” en el lugar ya conoces a los de siempre…nombrarlos sería como hacer otra guía “michelín”. Decantarse por unos u otros es una temeridad y el riesgo de equivocarse es tanto como comensales tenemos en una temporada. Pero si quiero decir que la evolución hacia la excelencia ha sido generalizada en todos los fogones. Desde los más tradicionales, los del “bullit de peix”, la “llagosta frita”, la “ensalada pagesa”, la “paella”, el “arrós de colomí” y otras delicatesen salidas de las viejas cocinas hasta los que han ido incorporando platos y técnicas emergentes (influencias de vanguardias culinarias). No me olvido de ese tartar de atún, en cartas donde se lee “peix de formentera” con aires vintage.
En ese tiempo hasta este mediodía (yo puedo hablar de quince años) hemos visto mucho, casi todo en cocina en esta isla…el “carpaccio de calabacín” a precio de gamba roja. La estrella michelín de Can Dani, con Borja y Ana…la progresión de los restaurantes italianos, aquella Julia y su carbonara, que ha dejado escuela. La progresión de Martina hasta llegar a las croquetas de pulpo… lo de anteayer en el camino hacia las tapas atrevidas o los pinchos de los jueves. La trasformación de bares de “cerveza y unas papas” en templos a modo de la zona vieja de Bilbao o Donostia…Incluso hay quien se ha atrevido ha darte como cena (de forma brillante) un seguido de medios bocatas para aguantar una noche de copas.
En estas estamos, cuando un día aparece ante tus ojos, en azul sobre blanco “by Nandu Jubany”. ¿Por qué? le preguntas a la cara: “porque es la isla más bonita del mundo. Belleza en sentido único” y nos trae algo más que un ejemplo a seguir…yo me quedo con esa “tortilla a la puesta de sol” abajo y el “senyoret” de mitjorn…lo otro os lo dejo a libre elección. Algo tiene todo lo que les he contado, para que desde ayer o quizás mañana, tengamos un 1 más 2 estrellas, porque un conocido (lo digo por vecino, más que por cocinero) Carlos Abellán, nos trae las tapas del 24, desde la calle Comerç de Barcelona, pero pasadas por su concepto del producto de aquí y la creatividad personal. La pregunta es común ¿Por qué Formentera?: “Hacía tiempo que el gusanillo de establecerme en Formentera estaba dentro. El covid y las ganas de vivir aquí han precipitado un Tapas 24 Formentera”. Bienvenidos sean porque aportan a lo que ya teníamos, tenemos y vamos a tener…el resumen es de los dos y de los demás “vanguardia a secas, no. Cocina de aquí con personalidad propia e intransferible”. Carles añade “tapas clásicas con ese toque de las tendencias actuales”
¿Y en invierno Formentera qué?...pregunta recurrente a quienes seguimos (antes y después pandemia) Pues les voy a contar un secreto ahora que no me escucha nadie. Por un lado los de siempre que estén abiertos…alguien debería enmarcar una “burrida de ratjada” de Vicens y suma y sigue. O los Giacomo, alguno con Silvia al lado, que nos traslada desde una excelente pizza hasta una crema de brócoli con la vista puesta a Es Vedrá. Dicen las buenas lenguas que en Formentera hay algo más que verano, solo tienes que descubrirlo…y cuando se cierra, siempre nos quedará “el chino”…prueben ese sushi de verduritas y cebolla crujiente. También para llevar, que es lo que se lleva ahora.
Si ustedes tienen carnet de antigüedad o cierto pedigrí en la isla, sepan que con el frío, llega el calor de los almuerzos (en mesas de a cuatro por la pandemia) donde desde el templo de santa Toñi bendita, nos llega a modo de postre un “frit de pop” para complementar una buena sobrasada y camallot de aquí o unos “bull” de allá y acompañados de vino pagés de Cas Ferrer o del otro Vicens (él ya sabe quien es) Me van a perdonar, aunque esto no está en las guías y es por rigurosa invitación, forma parte de indisoluble de una forma de ser…la de aquí. Por favor no se la pierdan porque Formentera solo hay una…no han sido capaces de copiarla.