Del Palacio Imperial de Hofburg, al hotel el Condor, En Paracas, Perú.
El Palacio Imperial de Hofburg, en Viena, el día de fin de año 2010, con la nieve apilada que van desapareciendo gracias a una impecable organización que dejaría todo perfecto para la celebración, esa noche del SILVESTERBALL, un atractivo turístico por excelencia de toda Austria.
ESCENAS PARA RECORDAR
Eso de los recuerdos es algo muy serio. Nos trasladan de un lado a otro de nuestra vida casi sin darnos cuenta, por lo que algunos hacemos incontables esfuerzos en olvidar los malos recuerdos sobreponiéndoles los buenos, que también algunos los tenemos de sobra. Es la ley de la vida. Unos la han sabido disfrutar – y la siguen disfrutando – y otros la viven amargamente.
En ese ir y venir de “cuentos de hadas” que ilusionadamente recordamos, el presente está ahí para de forma obligada volvernos a la realidad, inspirados en sus consecuencias y su presencia real, cuando entre el recuerdo nos coloca a “100.000 años luz” de la realidad actual. Es lo mismo que si comparásemos los fuegos artificiales de Dubai, en la noche de fin de año, con la sarta quemada en el Hotel El Cóndor.
Imponente, la magna exhibición de los fuegos artificiales en Dubai, la noche del fin de año.
Volvemos al Palacio Imperial de Hofburg, en esa inolvidable Viena de los valses de Strauss, para estrellarnos en esos ritmos modernos que no sabemos ni como se llaman, y que su forma de bailarlos lo único que nos produce es la hilaridad. Somos de otra época, donde se enlazaba a tu pareja por la cintura y se bailaba al son de una música muy diferenciada – valses, boleros, pasodobles, tangos, etc – llevando el ritmo de su melodía lo mejor que se sabía. Todo eso parece haber desaparecido,
Estos son unos retazos comparativos entre la que llamamos la vida moderna, y lo que teníamos en ese pasado histórico de los “cuentos de hadas”.
El extraordinario Silvesterball, que se celebra en el Palacio Imperial de Hofburg, Viena, la Noche de Fin de Año, un acontecimiento social de la mayor trascendencia como escaparate del turismo de lujo, un importante ejemplo de convivencia social de alta categoría mundial, que muy bien puede reproducirse en Lima, con las mayores garantías de éxito aseguradas.
REFLEXIONANDO SOBRE UNA REALIDAD
Son múltiples las horas que hemos pasado elucubrando lo que puede significar celebrar en Lima, Perú, una tradicional monumental fiesta de fin de año comparable el Silvesterball que se ha venido celebrando en Viena, con un imponente acierto desde hace más de cincuenta años.
La repercusión promocional para impulsar el turismo en el país, no tendrá comparación alguna si se sabe aplicar el conocimiento y la experiencia que el modelo austriaco ofrece.
Todo el país, sin excepción, se podrá beneficiar con la realización de este singular evento si se sabe organizar y gestionar debidamente. Los viajes a los distintos lugares de Perú, pre y post, y su puesta en escena, dan para cualquier tipo de oferta bien estudiada y presentada. El ejemplo de Austria en ese sentido, lo hemos disfrutado vivido intensamente.
Impresionante el Museo del Oro, en Lima, una visita obligada para el turista de extraordinario valor cultural.
En cuanto a la ciudad y la oferta al visitante, Lima tiene de sobra elementos suficientes para cubrir días, y más días, exhibiendo sus reliquias históricas, Museo del Oro, etc… sus leyendas… “El puente de los suspiros”…
El montaje y la realización de esta monumental obra se puede encuadrar dentro de una operación de “economía colaborativa”, por lo que su incidencia en los presupuestos de las empresas e instituciones públicas y privadas pueden ser casi simbólicos.
En paralelo – ya lo hemos también señalado y publicado – se puede organizar El Concierto Extraordinario de Año Nuevo, con la Orquesta Nacional, tal como se hace en Viena, con las más típicas piezas musicales de Hispanoamérica, especialmente de Perú, que seguro tendrá un éxito inenarrable, trasmitido en vivo por TV, con el seguro patrocinio de una marca internacional, como se hace con el de Viena con ROLEX. Este concierto se aprovecha en los hoteles de lujo, Intercontinental, Marriott, etc., ofreciéndolo en vivo, en pantalla gigante, junto con un almuerzo frio, tipo bufet.
Especialistas artesanos, modistas, y muchas clases de operarios tendrán oportunidad de un trabajo digno, y una especialización única de acuerdo con una bien estudiada organización, cuya oferta solo producirá beneficios incalculables.
“El turismo es una fuerza viva al servicio de la paz mundial, y un factor de amistad y comprensión entre los pueblos del mundo, gracias al contacto directo, espontáneo e inmediato, que permite entre hombres y mujeres de culturas y formas de vida distintas.” (Del Código Ético Mundial para el Turismo, Organización Mundial del Turismo. UNTWO
Si, ya sabemos que estamos tratando de otro “cuento de hadas”, pero lo que no vamos a hacer es quedarnos con el guardado para el recuerdo. Lo venimos exponiendo desde hace más de dos años, y lo vamos a seguir haciendo, aunque en algún caso hayamos tenido que escuchar de viva voz, refiriéndose al desarrollo turístico de toda una gran ciudad de Perú, la frase de. no interesa.
Hasta los peluqueros organizan su particular concurso a ver quién ofrece su mejor obra en esa impresionante noche de Fin de Año en Viena, graduándose profesionalmente solo con certificar su participación en el evento. Inigualable ocasión para colocar en su currículo esa participación.
La oferta de la Noche de Fin de Año-Año Nuevo en Lima, con el fondo del Baile de La Victoria, queda ahí. La historia dirá en donde quedarán quienes pueden organizarlo. ¿Llegará a cubrir las frases que les dedicará el historiador Ricardo Palma al Baile de la Victoria, celebrado en Lima en el año 1853: “la fiesta más lujosa de la historia peruana”, “el más esplendido de los bailes que hasta el día se han dado así, en la Lima de los monárquicos virreyes, como en la de los republicanos presidentes”.
LA NOCHE DEL HOTEL EL CONDOR
Difícil y comprometido es ahora ofrecer la comparación de ese Silvesterball comentado, con la Fiesta de Fin de Año, a la que gentilmente invitados asistimos en el Hotel el Cóndor, en Paracas. Su comparación siguiendo el dicho popular es como el de “un huevo a una castaña”.
Playas de Hotel El Cóndor, bañadas por el Océano Pacífico, dando fe de su nombre…
Del rigor de las riberas no bien tratadas de río Danubio – no tan azul como dijo Strauss con su inmortal vals – a las quietas placenteras aguas del Océano Pacifico que teníamos a escasos metros del escenario preparado para la celebración de esta noche peruana, había una distancia sideral de miles de millas, y de unas estructuras mentales enfrentadas que nos llevaban de unas mesas preparadas al estilo europeo de los reyes Francisco José y Sisi, hasta otras apenas decoradas con dos solitarios cubiertos, una servilleta y dos copas largas, donde comenzara nuestra visión analítica de una realidad que afianzaríamos durante la larga velada, de la falta de la preparación profesional necesaria para integrar dos culturas que piden a gritos seguir las recomendaciones de la Agenda 21, de la Cumbre Mundial de La Tierra, celebrada en Río de Janeiro en el año 1992: “Disponer disfrutando de los recursos actuales, sin poner en peligro el disfrute de estos recursos en las generaciones futuras”
Al final de estas más de dos horas de la cena, coincidiendo con la celebración del año nuevo, fue servido con abundancia un champán, de excelente calidad, originario de la zona.
Detalles significativos que nos acompañarían toda la velada, con un trepidante sonido que seguramente había que interpretar como música de fondo, y que más tarde serviría, acompañado por una orquesta y una atrevida solista, para amenizar el baile que servía para celebrar el año nuevo. Una experiencia inolvidable de un ambiente que destacaba por la variedad de los atuendos, en especial del género masculino, nada de prendas de las llamadas formales en ningún momento, y si acomodos playeros algunos de atrevido diseño. Todo un contraste con el atuendo de algunos camareros que atendían cómo podían, sin ningún jefe visible, llevándose los platos vacíos de las mesas, ya que el servicio era “Self service” de un amplísimo y bien presentado buffet, con excelentes manjares de mucha especial categoría. La bebida también había que solicitarla haciendo largas colas igualmente que para la comida.
Fuerte contraste que teníamos que refrendar con lo ocurrido el año anterior en esta celebración del Fin de Año, en Ica, donde en su club social – al parecer el más selecto de una ciudad con cerca de 500.000 habitantes – con unas esplendorosas instalaciones de grandes dimensiones y un excelente mobiliario y cuidada decoración, sufrimos decepción tras decepción, teniendo que llevar hasta las copas desde nuestra propia casa. Incomprensible.
La vida en Perú, está detenida ahí. No hay duda posible. Una realidad íntimamente unida a una escasa delincuencia. Nadie le va asaltar a usted en la calle, ni el bolso dejado sobre la mesa va a desaparecer. Esto sí que parece un cuento de hadas, pero es así.
La lírica peruana puesta de gala con la interpretación magistral de la pieza “La Flor de la Canela” de la inmortal Chabuca Granda, en versión de la Orquesta Sinfónica Nacional de Perú, un acontecimiento que puede emblemáticamente dar la vuelta al mundo en el Concierto de las Américas. Soñar no cuesta nada. A-P Tejera.
EPILOGO, POR HOY
Puede que nos estemos acercando al final de un ciclo. Estamos haciendo todo lo posible por cumplir los objetivos marcados por el Informe Brundtland: intentar seguir adelante sin olvidar las experiencias y conocimientos del pasado, a su vez de ir intentado trasmitirlo a las generaciones futuras. Que algo quede y que sirva para algo.
Educar con todo el amplio sentido de la palabra, es saber comportarse con la cultura debida en todo momento, con el pensamiento y obra necesarios para entender los criterios imperantes en el mundo alrededor de la cultura de paz que se apoya en la justica y la razón, para que esto sea algo más que el cuento de Las Mil y una Noches… Un cuento de hadas.
Servir es mi ocupación. Rotary Internacional.