De una operación inicial esplendorosa a una incógnita en la actualidad.
En los últimos días se vienen repitiendo noticias inquietantes para la operación de compra de Air Europa por parte del grupo Iberia. Hay que recordar que hace escasamente un año se llegó a un principio de acuerdo que Iberia se quedaba con Air Europa por la bonita cantidad de 1000 millones de euros. Ya algunos criticaron que era excesiva, pero no había aparecido el nubarrón del COVID-19. Este bichejo lo ha trastocado todo: Air Europa, el turismo y la economía mundial. Y desde marzo, día que pasaba, día que aumentaba más plomo en las alas de la compañía española: menos pasajeros, menos vuelos, menos facturación y los mismos gastos. Los aviones en tierra son un dolor de cabeza. Por el mes de Junio, parecía que todo iba a volver pronto a la normalidad, pero sin acabar el verano, ya comenzó a vislumbrarse otro episodio, una segunda hola que alcanzaría tanta virulencia como la primera y que alargaba la agonía de muchas empresas y proyectos empresariales. Es decir , que plantados en el final del otoño, estamos acusando una sequía inmensa de ingresos y reactivación económica, donde hay que hacer frente a todo lo que aplazamos desde marzo, pero con la incógnita de que seguimos en el mismo lodazal y sin nada que ingresar en caja, ¿Cómo soportaremos 5-6 meses más y pagaremos lo pendiente? Esa es la gran cuestión.
Air Europa pasó en tres meses de ser una compañía atractiva, a una descapitalización que no le permitía pagar las nóminas. A estas alturas de Noviembre, su deuda estará probablemente en torno a los 700 millones de euros. ¿Seguirá siendo interesante para Iberia?
Desde nuestro punto de vista, está a un paso del “no retorno” empleando un término aeronáutico. Y puede correr la suerte de Air Comet, Spannair … u otras grandes compañías americanas. Algunas cosas son hoy claras. Iberia, con esta deuda, no la comprará. Segundo, cada vez pierde más novios y pocos inversores o accionistas están por meter dinero en un pozo sin fondo. El lastre mayor ahora mismo, incluso, no es la deuda, es la incertidumbre de los próximos meses. ¿Quién pone un euro sin saber cuándo tendrá un retorno? O ¿Cuánto más le va a costar hasta que se normalicen las cosas? El desespero es que la tragedia no se detiene, cada día que pasa se agrande el agujero económico
La pandemia tiene la clave
Constatada la incertidumbre de la evolución de la pandemia, ahora la respuesta está en manos del Estado español si quiere o no acudir al socorro de la compañía. ¿Lo hará? Cada día hay menos razones para abordarlo porque no se trata de poder pagar hoy las nóminas, se trata de aportar otros 700 millones para aguantar el embate que viene. En un sistema de libre competencia y dada la magnitud de la deuda, tiene fundadas dudas. Devolver esas cantidades parece de todo punto imposible y ¿Cómo se justificará esa aportación? ¿Puestos de trabajo? ¿Interés del sector? ¿Apuntalar una compañía “nacional”? Hay muchas fisuras para justificar esa intervención.
Iberia aprieta
Iberia ahora no tiene prisa, al contrario, una compañía asfixiada le beneficia la negociación y pretenderá quedársela por nada, a poder ser, ni por la deuda. En breve, veremos una guerra de apertura de rutas por parte de aquellas compañías que todavía tienen cierta solvencia en perjuicio de las que padecen ahora debilidades. Aviones disponibles abundan, -no hay más que ver los aeropuertos de Teruel, Castellón, Ciudad Real…- y pueden ponerse operativos al día siguiente y pilotos no faltan y tripulaciones y logística, etc. El núcleo mollar es el fondo de comercio y eso es lo que quiere Iberia. En la medida que aumente la deuda , baje la magnitud del fondo y avance el tiempo, Air Europa pasa de ser una buena novia a una señora poco atractiva. Hoy la competencia es feroz y como acuses debilidades en el vuelo, la competencia te derriba.
El horizonte no es halagüeño para Air Europa y lo sentimos por sus dueños que son merecedores de un monumento por tanto que han hecho en el turismo y por el país. Y la culpa, en definitiva, no se de nadie, es la inoportunidad de un viajero llamado Covid, que ha subido a bordo y enviado todas las naves a tierra. Su plantilla, 3.500 empleos, está con el corazón en un puño a expensas de una solución viable. Queda mucho invierno por delante y mucha devastación en el planeta, campo de operaciones de las aeronaves; si no hay pasajeros, no hay facturación y, sin esa inyección, no se puede aguantar. Harían bien en agilizar la operación sin presionar en el precio; la dilación de hoy será el calvario de mañana. Es preferible perder una joya que quedarse sin todo el collar. Cuando las cosas se tuercen, parece que se desata una explosión en cadena y peligran también las otras marcas -Travelplan, Geomoon, Belive, Ecuador, Welcome, Halcón-. Aún están a tiempo de evitar unas negras Navidades. Feliz vuelo.