Adiós a Moncho Neira

Barcelona ha perdido a uno de sus grandes iconos de la restauración.

 Ha fallecido Moncho Neira, el visionario empresario gallego que cambió para siempre la manera de entender la gastronomía en la capital catalana. Tenía 84 años y deja tras de sí una vida entera dedicada al arte de dar felicidad desde la mesa, una esposa, tres hijos y un legado que trasciende generaciones.

El hombre que trajo el Atlántico al Mediterráneo

Nacido en Pol (Lugo), Moncho Neira llegó a Barcelona en los años 60 con el ímpetu de quien lleva el norte en la sangre y el sueño de un futuro mejor en la mirada. En 1975 fundó Botafumeiro, la marisquería que se convertiría no solo en un templo de la cocina gallega en Cataluña, sino en una institución gastronómica reconocida en toda España. Allí, entre el bullicio de los comensales, las bandejas de mariscos y los aromas a mar recién abierto, Moncho construyó una marca que pronto se transformó en un sello de calidad y autenticidad.

Taberna del Cura y Asador del Mar Moncho collage

El nacimiento del imperio Moncho’s

Aquel primer restaurante fue solo el inicio. Con una visión empresarial poco común en su tiempo, Neira creó el Grupo Moncho’s, un conglomerado hostelero que abarca desde la alta cocina marinera hasta las propuestas más urbanas y desenfadadas. El Europa Café, en plena Diagonal, fue durante años punto de encuentro de la Barcelona empresarial y elegante. Más tarde, Patrón, en Travessera de Gràcia, reinventó el concepto de tardeo y atrajo a un público joven sin renunciar a la calidad. Y como un verdadero adelantado a su tiempo, Moncho también supo leer las nuevas tendencias: apostó por la alimentación saludable con los Wynwood Café, y por la restauración de proximidad con las marisquerías “middle-range”, como Marina Bay, junto al Hotel Arts.

Un empresario con alma de anfitrión

Quienes le conocieron coinciden en describirlo como un hombre apasionado, exigente y generoso. Su misión era clara: hacer felices a las personas a través de la comida. “Dar felicidad en cada servicio” —decía— era su lema, y lo cumplió con disciplina gallega y calidez mediterránea. Moncho no solo dirigía restaurantes; los vivía. Recorría las salas, saludaba a los clientes, aconsejaba platos y escuchaba con humildad. Era un restaurador de la vieja escuela, de los que entienden que un plato de percebes o una centolla recién cocida pueden ser una declaración de amor a la vida.

Además de la gastronomia, también se adentró en los últimos años en la hostelería. Levantó dos hoteles con encanto en Marruecos y tenia en perspectiva otros proyectos.

La herencia de un pionero

Su familia ha anunciado que “su equipo continuará manteniendo vivo su legado”, y no es difícil imaginarlo. En cada rincón del Botafumeiro, en cada servicio del Europa Café, en cada tarde alegre del Patrón, late la filosofía de su fundador: la excelencia, la cercanía y el respeto por el producto. Su esposa Noa y sus hijos —José, Naia Rym y Elia Aurora—, junto a su hermano Abelino, le despiden “con amor y tristeza”, pero también con orgullo por una vida entregada al oficio y a la gente.

Un adiós con sabor a mar

El entierro tendrá lugar en su Galicia natal, donde descansará junto al océano que tanto amó. Allí, quizá el viento del Atlántico siga trayendo ecos de su voz y del bullicio de sus restaurantes, llenos de risas, mariscos y vino blanco frío.

Porque si algo enseñó Moncho Neira, es que un restaurante puede ser mucho más que un negocio: puede ser una casa abierta al mundo. Y en la suya, todos fuimos bienvenidos.

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