Aún queda mucho para que la pandemia acabe, por eso este aún no es un momento ideal para los viajes de ocio. Pero esto no quiere decir que no se pueda comenzar a planear un viaje y es que para los amantes de los viajes hay una buena noticia, ya que pensar en tu próxima aventura puede ser benéfico para la salud mental.
Estudios han demostrado los beneficios para la mente al irse de vacaciones a algún lugar nuevo, los viajes se vinculan a la empatía, energía y concentración. Y es que el adaptarse a nuevas culturas favorece a la creatividad.
El planificar un viaje podría llegar a ser tan satisfactorio como el mismo viaje. La expectativa de la experiencia aumenta de forma considerable la felicidad de una persona, mucho más que adquirir bienes materiales. Un estudio de la Universidad de Surrey asegura que las personas son más felices al planear unas vacaciones, pero que esto no está relacionado con los detalles, sino con poder conectar con otras personas.
La pandemia ha puesto varios obstáculos en el camino y es que las medidas de cuarentena hacen que la creación de experiencias nuevas y conectar con más personas termine reduciéndose. Por eso ahora queremos esas conexiones y sus beneficios sociales con más ansias.
La gestión del bienestar emocional va hacia otro camino, y es que aunque muchos no estemos físicamente cerca de otros como solíamos hacer antes, aún podemos crear interacciones por diferentes medios de comunicación, sin embargo, aún queremos tocar temas de planes a futuro que son ideales para una conversación para fortalecer las relaciones sociales.
Los seres humanos gastamos parte de nuestra vida mental pensando en el futuro, y esto puede alegrarnos cuando sabemos que algo bueno nos puede llegar y sin duda los viajes son algo bueno. La planificación de un viaje puede volverse una experiencia positiva y más si son viajes temporales. Los viajes tienen un comienzo y un final y nuestra mente suele disfrutarlo antes de que inicie. Muchas veces las personas prefieren retrasar experiencias positivas para alargar el periodo de expectación.
Otro punto que puede producir felicidad en los viajes es que sabemos lo suficiente sobre el destino como para poder anhelarlo e imaginarlo, pero también se genera incertidumbre lo que mantiene nuestra mente con un interés especial en este lugar. De cierto modo comenzamos a hacer una consumición del lugar en el momento que se comienza a pensar en él.
El futuro de los viajes luego de la pandemia es algo aún un poco incierto, pero se recomienda tener un itinerario base, sin fijar aún una fecha para iniciarlo. Al momento en que las restricciones lo permitan podremos comenzar a reservar los vuelos y alojamientos, pero si en algún punto esta experiencia resulta ser estresante o menos divertida lo mejor será dejar su planeación para otro momento.
Si el viajero es una persona nerviosa, realizar la planificación de unas vacaciones puede resultar en algo reconfortante y puede llegar a reducir los niveles de ansiedad. Este virus nos puede detener en los planes de viaje más o nuestros deseos y anhelos de viajar. La planificación de los viajes puede llegar a ser lo mejor que puede hacer alguien para conservar el optimismo y al momento en que todo haya culminado podremos estar listos para comenzar una nueva aventura en nuestra vida.