En los 90, los mapas en papel y las cámaras desechables formaban el “starter pack” indispensable del turista medio. ¿Quién, que tenga cierta edad, no recuerda recorrer los alrededores de un monumento y ver a decenas de visitantes perdidos, tratando de doblar los primeros, con las segundas al cuello?
Con los 2000, llegó el auge del smartphone y el adiós a ambas herramientas (planos y cámaras), por parte del turista, quien sin embargo sigue queriendo hacer fotos y necesitando llegar del punto A al punto B… Solo que ahora lo hace con una aplicación.
En el caso de los planificadores urbanos y gestores de destinos turísticos, ha sucedido algo similar. La tecnología ha evolucionado, pero la demanda sigue siendo la misma. En su caso, ya no hablamos de planos: hablamos de mapas inteligentes y de gemelos digitales. Estas nuevas herramientas satisfacen viejas necesidades para aquellas comunidades y ciudades que apuestan por el desarrollo de su turismo como motor económico sostenible.
España está en una posición de liderazgo a nivel mundial en el sector del turismo, y su situación en el campo de su digitalización debe ser acorde para aspirar a mantener dicho liderazgo. Pero no solo creciendo, sino haciéndolo de manera sostenible. Es ahí donde la transformación digital puede aportar más valor que nunca a uno de los mayores motores económicos y sociales del país.
La digitalización del sector, hoy: la cuestión no es “cómo”, sino “dónde”
En este sentido, cerca del 80% de los datos que se producen tienen una componente geográfica y, sin embargo, no siempre se aprovecha esta vertiente geoespacial para resolver los problemas a los que nos enfrentamos. Y es una lástima, ya que con tan solo responder al “dónde”, resolveremos – o estaremos más cerca de hacerlo – el “cómo” de muchos de los desafíos del turismo actual.
Gentrificación, fricciones con la población local, la movilidad, el impacto del cambio climático en zonas costeras… Son grandes problemas de difícil solución, pero creo que, apoyándonos en una gestión inteligente a través de la toma de decisiones informadas, basadas en datos, estaremos más cerca de encontrar una respuesta.
Un ejemplo es el de la Junta de Andalucía, que, aplicando inteligencia geoespacial, ha creado un mapa que ofrece una visión total y transversal de la oferta alojativa en toda la Comunidad. De este modo, y en un solo golpe de vista, puede acceder a la información relacionada con más de 70.000 viviendas turísticas y más de 10.000 alojamientos rurales. Esta herramienta permite detectar irregularidades en la oferta alojativa de la Comunidad, así como competencia desleal. Además, permite tomar mejores decisiones a la hora de abrir un nuevo alojamiento turístico, conociendo la oferta completa de la zona, y también las localizaciones más propicias para una nueva apertura. De igual forma, permite conocer la densidad de alojamientos, pudiendo valorar fácilmente la presión que existe por cada 1000 habitantes.
Otro ejemplo, también en Andalucía, es el de Turismo y Planificación Costa del Sol. En un ejercicio de flexibilidad y adaptación, el organismo creó, en plena pandemia, una solución para controlar el aforo y el acceso seguro a todas y cada una de sus playas. Mediante un algoritmo avanzado, calculó el espacio disponible para cada persona y el distinto mobiliario disponible, y consideró aspectos como el perfil y comportamiento de los bañistas, o las rutas hacia la zona de baño para garantizar la seguridad.
El turismo del futuro se construye hoy
Estos ejemplos pueden servirnos de inspiración, pero los mapas inteligentes, los GIS y los gemelos digitales tienen mucho más que ofrecer. Son la punta de lanza de la digitalización del sector, pero podemos ir más allá.
Tradicionalmente, hemos apostado por dibujar, mediante la tecnología, modelos estáticos de la realidad sobre los que tomar decisiones. El cambio real llegará cuando podamos evolucionar a modelos que no nos muestren el mundo como es o como fue, para tomar decisiones reactivas; sino que incorporen el tiempo real, que nos permitan tomar decisiones proactivas sobre predicciones cada vez más exactas. No solo es representar, más o menos fielmente, la realidad, sino también simular sus procesos y sus flujos de información.
Por ejemplo, ¿qué pasaría si, una vez comenzado un incendio, cambiara la dirección del viento? Teniendo en cuenta el año de construcción, tipo de materiales y geología de la zona, ¿qué impacto tendría un seísmo? ¿Cuánto se podría reducir el efecto de "isla de calor" en mi ciudad si implantamos un plan de arbolado en todas estas zonas?
La tecnología geoespacial puede jugar un papel protagonista en el diseño, construcción y operación de los modelos turísticos del futuro. Gracias a cada vez más capacidades predictivas, no solo podremos mejorar nuestro modelo turístico, sino anticipar el modelo que está por venir. Pero no hace falta esperar a mañana. No es ciencia ficción: es el presente.
Daniel Rojas-Marcos Sanguino, manager territorial AAPP para la zona sur y noroeste de Esri,