Las decenas de pateras, cayucos y no se que otras embarcaciones mas que llegan a las Islas Canarias ahora, no es otra cosa que las consecuencias de una política gubernamental equivocada por parte de los dirigentes que ha habido, y hay, en las islas.
Decimos “política gubernamental” porqué desde hace muchos años atrás, la palabra política la hemos empleado constantemente para tratar de “política de desarrollo turístico”, claro está, entendiendo esta como la única forma de acabar con las guerras, las fábricas de armas, y los imponentes presupuestos que los países emplean en mantener unos ejércitos, que ya me dirán para que sirven.
La realidad de estas islas, conocidas desde la antigüedad, como paradisíacas por sus bellezas naturales, su climatología, y el carácter pacífico de sus gentes, es en estos tristes momentos dramática.
Con un turismo desplomado a situación cero, y un índice de paro exorbitante su porvenir es verdaderamente una entelequia. No se sabe como terminará este imponente desastre producido por unas erradas “medidas preventivas” de las que nadie se hace responsable hasta ahora. Porque de la situación actual se podrán sacar las consecuencias que se quieran, pero lo que es indiscutible es que lo que ha acabado con el turismo en las islas han sido esas “medidas preventivas”… “de cuyo nombre no quiero acordarme” recordando a Cervantes…
Esas célebres imposiciones, no parecen haber calado mucho en los miles de africanos del continente, que están invadiendo las islas de forma ignominiosa, entrando incluso con sus precarias embarcaciones por el puerto de Santa Cruz de Tenerife, uno de los más importantes del mundo en el tráfico Europa-América.
El gobierno de Canarias – pro español – los aloja hasta en hoteles.
Esta desgraciada situación es producto de una gestión marcada por el desconocimiento y la sumisión que los dirigentes políticos canarios han tenido de forma secular ante el gobierno de España. No existe otra posible explicación consecuente. La fórmula para que esta invasión no suceda está más clara que el agua. No dejarlos entrar en las aguas cercanas al Archipiélago: que se devuelvan a sus orígenes. Esa es una gestión que los dirigentes de Canarias espera que haga el gobierno de España.
He ahí el problema. Ahora algunos dirigentes de estas islas se quejan de que se las trata como una colonia. ¿Y que son para los peninsulares, cuando hasta Jerónimo Saavedra, siendo ministro de educación les tuvo que decir a sus compañeros de gabinete donde quedaban las Islas Canarias?,
El problema de Canarias está centrado ahora en buscarle solución a esta ruina en que les ha llevado la mala gestión. A los hechos nos remitimos.
Son puñales lacerantes que se han clavado en toda una población a la que nunca se le dejó desarrollarse debidamente, buscando siempre un beneficio económico estatal, sin importar para nada otra cosa, lo cual llevó hasta el pasado siglo a una constante emigración del nativo, ante la prepotencia del trato diferencial con el peninsular, lo cual lo vivimos en carne propia sin que nadie tuviera que contárnoslo.
La situación crítica que viven las islas exige acciones contundentes que pasan por tener la energía, el conocimiento, el valor y el patriotismo necesario para superarla.
Las condiciones para aplicar todos esos valores son muy superiores – incomparables – a los que se tenían en los años 50-60 del pasado siglo. Esperemos con paciencia los resultados, aunque algunos ya los prevemos.
*Del Grupo de Expertos de la Organización Mundial del Turismo. OMT