Todo el mundo habla de sus bondades, pero pueden contener bacterias altamente peligrosas. Vamos a hacerle un repaso y evitar riesgos

Los productos vegetales son muy saludables; aportan vitaminas, minerales, oligoelementos, fibra, agua y ayudan a mantener el peso correcto, puesto que tienen muy pocas calorías. Además, no contienen grasas, salvo el aguacate y las aceitunas, pero su grasa es vegetal, sin colesterol. Sin embargo, frutas y hortalizas pueden suponer una peligrosa amenaza si están contaminadas por Salmonella, E.coli, Listeria... o por algunos productos químicos. Y eso es algo que puede ocurrir durante su cultivo en suelos con contaminación fecal de animales o abonos, productos fitosanitarios inadecuados, agua de riego no tratada, máquinas cosechadoras o almacenes poco limpios, trabajadores que no cumplen las normas, traslado a los mercados sin higiene o, en el último eslabón de la cadena, durante su manipulación en la hostelería o en casa. Según datos que maneja TK Home Solutions cuatro de cada diez intoxicaciones alimentarias son producidas por productos de origen vegetal.

Lo primero es no caer nunca en la tentación de comprar a un vendedor callejero que exhibe una apetecible fruta o verdura: no sabemos su procedencia, el agua de riego que ha tenido, el suelo en el que ha crecido... Hay que comprar solo en comercios o mercadillos controlados que vendan productos con la trazabilidad reglamentaria. Y además:

- Descartar tiendas en las que la temperatura ambiente sea muy elevada o donde frutas y verduras estén expuestas al sol.

- Elegir piezas sin magulladuras ni daños visibles, con el brillo, el color y el aspecto propios de cada variedad.

- Si se compran verduras o frutas cortadas o embolsadas, vigilar que estén en frigoríficos y respetar las indicaciones de conservación.

- Las medias sandías o medios melones deben estar recién cortados, con la carne firme, cubiertos con papel transparente y preferiblemente refrigerados.

- En el carrito o en las bolsas de la compra, separar las frutas y verduras de otros alimentos como pollo, carne, marisco o pescado y de los productos de limpieza.

Hay que tener en cuenta que los vegetales contaminados por bacterias patógenas pueden hacer que quien los consume enferme gravemente.

Intoxicación alimentaria síntomas

Y, a  veces , el peligro no se ve: estas bacterias no son como las de la descomposición, que causan mal olor o sabor. Los expertos de TK Home Solutions recuerdan las medidas de seguridad para evitar riesgos al ingerir estos productos imprescindibles en la dieta:

1. Lavarse las manos antes y después

Este sencillo gesto, que debemos hacer a menudo como después de ir al baño o tras acariciar a las mascotas, es importante también antes de comer y de preparar alimentos. Las manos pueden tener gérmenes que se traspasan a las frutas y verduras que vayamos a manipular.

Lavar manos antes de cocinar

2. Lavar las frutas siempre, también antes de pelarlas

Es necesario lavarlas no solo las que se comen con piel, como la manzana o el albaricoque, sino también las naranjas, melocotones... De ese modo, se evita que la suciedad o los microbios entren en el fruto al pelarlo. Basta con ponerlas bajo el chorro del grifo, sin jabón ni lejía ni otros productos desinfectantes y justo antes de comerlas.

Lavar alimentos antes de cocinar 1

3. Retirar las partes dañadas

Si hay zonas golpeadas, con algún daño u orificio, retirarlas con un cuchillo después del lavado. En las lechugas, coles, etc., deben eliminarse las hojas exteriores. Si aparece moho, hay que tirar la pieza entera.

4. Secarlas

Una vez lavadas, pasarles un papel de cocina o un paño limpio.

5. Utilizar un cepillo

Las frutas y hortalizas de carne firme, como la sandía o el pepino, deben frotarse con un cepillo específico.

6. No volver a lavar las que ya lo están

No es necesario volver a lavar las frutas y verduras envasadas o cortadas en las que se indique expresamente que ya han sido lavadas o desinfectadas.

7. Hierbas aromáticas

No hay que olvidar el perejil, el cilantro, la albahaca... Es importante lavarlos igual que el resto de las frutas y verduras.

8. Ensaladas

Los alimentos que tomemos crudos en ensalada, como la lechuga o las espinacas, y que vayamos a consumir con piel, como el pepino o el calabacín, hay que lavarlos al chorro del agua. También, si hay dudas, podemos después sumergirlos durante 5 minutos en agua potable con una cucharadita pequeña (4,5 mililitros) de lejía por cada 3 litros de agua. Pasado ese tiempo, aclarar con agua potable abundantemente. Ojo, la lejía utilizada debe indicar en su etiquetado que es apta para desinfectar el agua de bebida. Después, secar con un centrifugador de cocina o sobre papel absorbente.

Ensalada

9. Cortar, trocear, picar

Para hacer una macedonia o presentar las frutas en la mesa, hay que cortarlas en una tabla diferente de la que se utiliza para la carne o el pollo. No usar el mismo cuchillo para las frutas o las ensaladas que para otros alimentos.

10. Guardar las sobras

Las ensaladas envejecen mal y no congelan bien. Si llevan añadido huevo, pollo, jamón, atún o pasta, conviene consumirlas antes de que pasen 3 días en la nevera.

11. En conserva

En las verduras y frutas envasadas en latas o tarros de cristal, como el melocotón o la piña, es importante limpiar la tapa del recipiente, comprobar que está bien cerrado y no dañado, su fecha de caducidad (el momento hasta el cual el alimento puede consumirse de forma segura) o la fecha de consumo preferente (el momento hasta el cual conserva su calidad y propiedades organolépticas).

12. Ojo al viajar

Si se viaja a países de dudosa higiene, es fundamental abstenerse de consumir todo tipo de verduras crudas y las frutas sin pelar.

12. Refrigerador en condiciones

Hay que refrigerar cuanto antes las frutas y verduras cortadas, peladas o precocinadas y siempre separadas del resto de alimentos tanto cocinados o crudos. Además, debemos guardarlas en la nevera en las zonas menos frías.

 Ingerir frutas y verduras en la dieta es muy importante para mantener la salud, evitar la obesidad y las enfermedades asociadas y prolongar la vida y el bienestar.

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